jueves, 7 de febrero de 2013

Entrevista con Miguel Angel Pichetto

"El problema es que los ex presidentes nunca se retiran"

Suplemento Enfoques, diario La Nación, 21 de febrero de 2010

Miguel Angel Pichetto defiende, justifica, se expone, se enciende, se multiplica para defender al Gobierno y para explicar hasta lo inexplicable de cada decisión de los Kirchner. Quizá por eso puede resultar curiosa, o no tanto, la respuesta a una simple pregunta: "Usted confesó que había sido un menemista disciplinado. ¿Le parece que usted tendrá retorno de este kirchnerismo disciplinado que practica?". "Yo voy a estar en el peronismo", contestó, rápidamente, el jefe del bloque de senadores del Frente para la Victoria.
A continuación, por supuesto, retomó su condición de justificador serial del kirchnerismo ("voy a terminar junto con este gobierno", aclaró), pero aquella respuesta, espontánea, visceral, quizá ilumine como pocas la verdadera faceta de este legislador que ha hecho de la obediencia debida a los Kirchner un culto, aunque, en el fondo, no sea más que otro servicial soldado de todo peronismo gobernante, más allá de los nombres, los proyectos y los matices que viene ofreciendo ese partido a lo largo de las décadas.
Pichetto tiene 59 años, nació en Banfield, se recibió de abogado en la Universidad de La Plata, se radicó en 1976 en la provincia de Río Negro y cuenta con una trayectoria política que comenzó en 1983, cuando fue elegido concejal por la ciudad de Sierra Grande, de la que fue intendente entre 1985 y 1987. Además de senador, fue legislador provincial, diputado nacional y miembro del Consejo de la Magistratura de la Nación.
Preside el bloque de senadores kirchneristas desde el 30 de diciembre de 2002, pero para muchos argentinos su momento de mayor celebridad, para bien y para mal, le llegó durante la sesión en la que Julio Cobos consagró la fórmula del voto "no positivo" para la resolución 125. Allí, en esa incandescente madrugada, su cara desencajada y su intransigente discurso, en el que apuró la votación que ya intuía contraria al Gobierno ("Jesús les dijo a sus discípulos: lo que tenga que pasar, que pase pronto"), lo transformaron en un símbolo de la derrota de un kirchnerismo fundamentalista, que fue casi un preanuncio de lo que sucedería en las urnas un año después.
Pichetto sabe que el péndulo político comienza a alejarse del kirchnerismo en el Congreso: la inminente batalla por el decreto que creó el Fondo del Bicentenario será el primer test de la nueva relación de fuerzas legislativas. Por eso el legislador rionegrino admite que en esta etapa "habrá que arbitrar mecanismos de diálogo y tener niveles de mayor flexibilidad para arribar a acuerdos". Pero, como buen K, no deja de castigar a la oposición porque "no tiene propuestas alternativas" y "practica un sistema de bloqueos".
"Acá hay una cultura de creer que el Parlamento es un espacio de libre pensamiento, pero soy de los que creen que tenemos que trabajar en línea con la Presidenta y nuestro gobierno", dijo, además, el jefe del bloque de senadores oficialistas, para quien "el problema de la Argentina es que los ex presidentes no se retiran nunca".
-¿El Fondo del Bicentenario será otra resolución 125 para el Gobierno?
-Estamos trabajando, conversando con los senadores. Tenemos un núcleo duro, como primera minoría en el Senado, de 32 legisladores. La UCR tiene 16. Y tenemos tres aliados, los representantes de Tierra del Fuego y de Neuquén. Nos están faltando uno o dos en la votación. Vamos a ver si hasta el 3 de marzo podemos contar con la mayoría necesaria para ratificar el decreto de necesidad y urgencia (DNU) en el Senado. También es cierto que no hay ninguna propuesta alternativa. La oposición habló de una ley, pero no se ha presentado ningún proyecto. Es importante que la oposición le informe a la sociedad cuál es la propuesta con respecto al desendeudamiento, a la búsqueda de recursos en el mercado de capitales a tasas más baratas. Parece que no importa la solución, sino producirle daño político al Gobierno. Es una actitud obstructiva, que no construye.
-Usted habló en estos días de "concesiones razonables" que podría hacer el oficialismo para tratar de que se apruebe el proyecto. ¿A qué se refiere? ¿Qué podrían ceder?
-Un modelo de concesión razonable, con una voluntad política de pensar en el país y no en esquemas partidarios o sectoriales, sería ratificar el DNU y armar una ley de control y de seguimiento de las reservas por parte del Congreso. La oposición tiene derecho a saber y a controlar. Podría ser una salida responsable e inteligente.
-El gran temor es que el Fondo del Bicentenario se transforme en una caja que el Gobierno maneje en forma discrecional.
-Lo que hay que plantearse acá es cuál es la propuesta de los sectores de la oposición. Hay que seguir inyectando recursos a la economía. Los sectores de la izquierda, por ejemplo, sostienen que las reservas tienen que ser dirigidas a obra pública y al financiamiento social. Es una definición. El Gobierno está más cerca de esa opinión, de seguir apostando al crecimiento económico y no enfriar la economía. ¿Cuál es, si no, el otro camino? ¿El ajuste? Eso implica no actualizar salarios, bajar los recursos de la educación.
-Como jefe del bloque, ¿siente que el estilo intransigente de los Kirchner le deja margen para negociar, para persuadir?
-Se inaugura una etapa donde necesariamente habrá que arbitrar mecanismos de diálogos y construir políticas en el Congreso. Es un dato inevitable, producto de una nueva realidad parlamentaria. El Gobierno trabajó hasta el año pasado con mayoría en ambas cámaras y esto le permitía llevar adelante los proyectos con mucha decisión. Hoy, las iniciativas del Gobierno deberán estar sometidas a un debate mucho más amplio, en donde habrá que tener niveles de mayor flexibilidad para poder arribar a acuerdos.
-Si se consolida la perspectiva de una derrota legislativa, ¿hay algún margen para dar un viraje y mostrar otra actitud?
-Eso lo va a decidir el Poder Ejecutivo. Esta es otra visión falsa que se tiene de la democracia aquí: aunque algunos piensen lo contrario, el bloque oficialista trabaja en línea con el Poder Ejecutivo. Y vota las leyes del Poder Ejecutivo. Si uno analiza el funcionamiento del Parlamento inglés o del italiano se da cuenta de que el 80 por ciento de las leyes que se votaron son las que remitió el poder ejecutivo de turno. Acá hay una cultura de creer que el Parlamento es un espacio de libre pensamiento, de construcción de ideas propias, y soy de los que cree que tenemos que trabajar en línea con la Presidenta y con nuestro gobierno.
-Usted dijo que en las últimas elecciones la gente había rechazado "las formas" del Gobierno, pero "no el contenido". Si esto es así, ¿por qué insisten y se empecinan en esas formas que causan rechazo en la gente?
-Es cierto, hubo una visión más ligada a las formas... Algunos aspectos de la economía también gravitaron el 28 de junio , en lo que tiene que ver con aumento de precios en los sectores populares. Esto pudo haber incidido, especialmente en el voto del conurbano. Bueno, cada gobierno tiene su estilo y sus características. Siempre hay que tener en cuenta el resultado en la elección para producir cambios o para adaptarse...
-¿Pero por qué los Kirchner no cambian si hubo un veredicto tan claro en las urnas?
-Es que en la Argentina también hay una situación de conflicto por la distribución del ingreso y no es fácil gobernar este país en un esquema sereno donde se discutan los temas fundamentales. El conflicto del campo fue una bisagra.
-Insisto: en la política, si hay formas que no dan resultado, uno cambia...
-Tengo una actitud quizá más proclive al esquema de la negociación y a encontrar niveles de flexibilización de los conflictos, pero reconozco que hay conflictos en los que la puja de intereses es muy fuerte y tienen que desarrollarse y resolverse de alguna manera. Lo que pasa es que acá se resolvió de la manera menos pensada. Comenzó a funcionar esa noche la gran anomalía de la institucionalidad en la Argentina.
-¿Se refiere al voto "no positivo" de Julio Cobos en la sesión del Senado?
-Por supuesto. Porque fue un hecho excepcional de la política argentina y con pocos antecedentes en el mundo. Un vicepresidente que no acompaña a un gobierno... En los Estados Unidos hay un caso muy interesante, el del vicepresidente John Adams, que desempató a favor de George Washington cuando no estaba de acuerdo.
-El dice que votó en sintonía con los intereses de la gente que lo había votado. Y que habían elegido una fórmula conjunta entre el oficialismo y un sector del radicalismo.
-La gente que lo votó había elegido un gobierno que era la continuidad del gobierno de Néstor Kirchner. La gente votó ese proyecto. Y votó a la Presidenta, que era conocida, llevaba el apellido y tenía una trayectoria política importante.
-Cobos dijo que había votado de acuerdo con sus convicciones. ¿Eso está mal? Es un modelo distinto al suyo, que está fuertemente alineado con sus jefes políticos.
-Soy un hombre de partido.
-Y aunque no esté convencido, ¿vota igual un proyecto que le pide su partido?
-He estado muchas veces con dudas.
-¿Y cómo las resuelve?
-Alineándome con el Gobierno y con mi partido. En eso no tengo dudas.
-En política, ¿es mejor seguir convicciones o votar algo aunque no esté convencido?
-La Argentina necesita fortalecer un sistema de partidos, y de pertenencias, de lealtades y de compromisos con el proyecto del gobierno que uno representó en las urnas. Hay una gran fragmentación del sistema político, con más de 700 partidos y partiditos. En una pérdida de las identidades y de las lealtades, da lo mismo cualquier cosa. El "transfuguismo", el pase de un lado a otro, estar acá y mañana allá. Yo prefiero hacerme cargo, sin beneficio de inventario, de lo que hicieron mi partido y mi gobierno en los últimos 25 años. Con errores y con aciertos. Con lo que hemos hecho de positivo y de negativo en la etapa de los 90. Y, después, el proceso de recuperación de [Eduardo] Duhalde, y la gran tarea de transformación de un país que era de servicios a un país productivo, con Kirchner y con la Presidenta.
-Usted dijo que había sido un "menemista disciplinado"... ¿No se arrepiente?
-Fui un hombre del peronismo y del gobierno. Y cumplí un rol en la Cámara de Diputados, donde llegué en 1994, en el comienzo del declive.
-Usted dijo que no llegó a votar las privatizaciones, pero que lo hubiera hecho.
-Sí, lo hubiera hecho por un sentido de pertenencia al partido.
-¿Le parece que tiene retorno de este "kirchnerismo disciplinado" de ahora?
-Yo voy a estar en el peronismo.
-¿Aun con tanta exposición pública?
-Sí, voy a terminar junto con este gobierno. Tengo mandato hasta 2013, pero voy a acompañar a la Presidenta y voy a continuar en el proyecto del gobierno nacional, que seguramente va a tener una expresión en las urnas en 2011.
-A usted, que es uno de los últimos cruzados del Gobierno, ¿no le molestaron los dos millones de dólares que compró Kirchner?
-El dio una explicación totalmente lógica.
-Lo que se le critica, entre otras cosas, es que hizo una operación así teniendo información económica privilegiada.
- Lo que hizo fue un proceso de compra de dólares en el Banco Central para una operación inmobiliaria. Esto, además, está investigado y declarado en el ámbito de su declaración jurada.
-¿No es difícil de asimilar para la gente común, por más que haya sido legal?
-En una sociedad con fuerte hipocresía es difícil explicar esto. En donde hay fuga de capitales todos los meses, en donde la mayoría de los empresarios que deberían reinvertir en el proceso productivo se llevan la plata afuera. Haber hecho una operación transparente a lo mejor no fue conveniente, pero hizo lo que tenía que hacer. ¿Qué tendría que haber hecho? ¿Comprar dólares en el mercado negro? ¿No declarar la operación?
-Es una señal que recibe la sociedad de un presidente que se ha enriquecido en forma notable desde que asumió el Gobierno.
-Cuando en la Convención Constituyente se discutieron los salarios de sus representantes, una de las que se opusieron es la actual presidenta, el que respondió fue Raul Alfonsín, que dijo: "Reconocemos en Kirchner a un hombre de un patrimonio importante, de riqueza". Era 1994. Y desde que asumió la Presidencia hubo una evolución comercial que ha sido probada y acreditada mediante diversas investigaciones.
-Instancias que le resultaron favorables y que desmienten quizá las acusaciones de que exista un Partido Judicial, ¿no?
-Las decisiones judiciales de primera instancia siempre son revisables. Pero le voy a decir algo políticamente incorrecto: en Francia, los presidentes no pueden ser molestados por la Justicia hasta después que hayan transcurrido 15 años. Tienen una ley de inmunidad que les permite transitar por la gestión pública.
-¿Quiere algo así en nuestro país?
-Lo que digo es que acá el presidente está muy expuesto. Hay un sistema de denuncia pública permanente. Esto obliga a una instancia judicial y debilita al presidente en su imagen internacional. No quiere decir que no tenga que haber controles, pero el sistema de denuncia sobre los presidentes argentinos es extraordinario. Reciben el apoyo popular, tienen la adhesión ciudadana y cuando se van terminan recorriendo los tribunales.
-¿Qué piensa de Duhalde?
-Fue importante en la transición. Hizo una tarea de recuperación en un tiempo dramático.
-¿No lo ve para este momento?
-No, y habría sido muy bueno que hubiera mantenido un rol de prescindencia de la política activa. El problema de la Argentina es que los presidentes o ex presidentes no se retiran nunca.
-¿Néstor Kirchner debería retirarse?
-Néstor no agotó la política. Tiene posibilidades de ir por un segundo período. Pero para esto se requiere también maduración política y terminar con procesos de construcción del odio que muchas veces signan parte de la historia.
MANO A MANO
Es un buen ejercicio entrevistar a alguien con quien uno no está muy de acuerdo. Y más aún cuando se trata de un personaje polémico. Miguel Angel Pichetto lo es. A veces parece más kirchnerista que los Kirchner, pero luego de la intensa charla que tuvimos en su oficina del Senado, durante una hora y 48 minutos, me pareció que es un profesional del peronismo, un operador todoterreno que sólo reconoce fidelidad al poder partidario de turno. Es cierto que con los Kirchner se expone de una forma que condicionará su futuro, en especial si la pareja gobernante no logra sucederse a sí misma en 2011. Aunque se sabe que la corporación política se indulta con facilidad. Pichetto esbozó ciertas diferencias con sus jefes, pero, por las dudas, acompañó cada ligero matiz con largas loas al kirchnerismo. Se entusiasmó cuando le pregunté por qué estaba tan solo en la defensa del Gobierno: intuyo que di en la tecla. Me pasó lo mismo que cuando entrevisté a Alberto Fernández: ¿uno debe preguntar o ponerse a discutir? Pichetto parece blindado, aunque su armadura no lo proteja de algunas respuestas que lo dejan peleando en las tinieblas como el último soldado fiel de la dinastía K. 

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