jueves, 7 de febrero de 2013

Entrevista con Sergio Massa

"¿Progresista? Este es un gobierno práctico"

Suplemento Enfoques, diario La Nación, 4 de enero de 2009

No todos los días alguien del propio riñón del poder admite que la gestión estaba en plena crisis y que su llegada ayudó para evitar lo peor. "Estábamos de fracaso en fracaso, de frustración en frustración", admite ahora este joven funcionario. El mismo que ahora reconoce que no hay doble comando, sino que quien ejerce la presidencia es, en realidad, un solo hombre, con características "tan de papá como de Papa".
¿Pero Sergio Massa está hablando de política o de fútbol? ¿Del gobierno que integra o del club de sus amores? Para que no haya confusiones, se aclara: es Tigre el que estaba en crisis y la llegada de un grupo que él integraba contribuyó a salvarlo, liderado por el veterano Nito San Andrés, el presidente del flamante subcampeón del Apertura y "tan papá como Papa".
Este martes a la tarde, antes del brindis de fin de año y en una Casa Rosada casi desierta, el jefe de Gabinete también habla de política. Asegura que Néstor Kirchner no interfiere en ninguna decisión oficial ni le resta autoridad a la Presidenta, y advierte que hablar tanto del ex presidente "desdibuja la acción de gobierno".
En medio de rumores de renuncia y de supuestas peleas con Kirchner, el joven funcionario es un cruzado en su defensa de cada una de las decisiones oficiales (incluida la alianza electoral del PJ con Aldo Rico), se muestra muy cauto respecto de Guillermo Moreno y prefiere decir que este Gobierno es "práctico" antes que progresista.
Al mismo tiempo, destaca que los posibles cambios de gabinete son "atribuciones de la Presidenta", admite que comparte la postura de Graciela Ocaña de reclamar más apertura en el kirchnerismo y dice que Duhalde, uno de sus padrinos políticos, "fue importante", pero afirma: "En política todos vamos cumpliendo ciclos, etapas, y es importante asumir cuál es el rol que nos toca en la historia".
Cuando habla de política, Massa no se muestra tan cómodo ni sonriente como cuando habla de fútbol. De hecho, se mostró blindado en su encendida defensa de los Kirchner, aun cuando las versiones de estos últimos días indican que su situación en el gabinete nacional es inestable debido a un presunto enfrentamiento con Néstor.
O quizá podría pensarse que precisamente por eso el jefe de Gabinete no ofreció flancos descubiertos y, durante la entrevista, hasta cumplió religiosamente con rituales típicos del kirchnerismo, y no tan tradicionales de él, una figura mediática, como las críticas a los periodistas.
Con sólo 36 años, Massa es uno de los pocos casos en la política local que combinan una condición de cara nueva, una fama de buen administrador y una experiencia adquirida en tiempo récord: a los 27 años fue elegido diputado bonaerense por el PJ, a los 30 fue designado titular de la Anses por Eduardo Duhalde (cargo en el que fue ratificado por Néstor Kirchner un año después) y a los 35 se convirtió en intendente de Tigre con el 46,32% de los votos.
Llegó a la Jefatura de Gabinete luego de la renuncia de Alberto Fernández y como símbolo de una relación con los Kirchner que siempre había sido buena.
Sus amigos afirman que asumió su actual cargo convencido de que podría cambiar mucho de lo más controvertido del kirchnerismo. Cinco meses después, moderó su arranque de alta exposición en los medios, alternó triunfos y derrotas en el tablero del poder trazado por Néstor Kirchner y hoy suena como potencial candidato a diputado nacional en la provincia de Buenos Aires. Algo que puede interpretarse como un reconocimiento a su buena imagen en las encuestas o, sencillamente, como una forma de sacarlo del Gabinete.
-La catarata de anuncios del Gobierno incluyó desde créditos para comprar autos, que aún no se instrumentaron, hasta un plan de obras públicas que en un 80% estaba en marcha. ¿Hubo mucho marketing para dar la sensación de que hacían algo ante la crisis?
-No es que el 80% estaba en marcha, sino que el 80% formaba parte del plan de obras plurianual. No es lo mismo. Lo primero que se hizo fue anunciar el marco, el paquete completo, y después se fue desgranando cada una de las políticas vinculadas con créditos para consumo. Si uno mira hoy en los diarios la publicidad del Banco de Córdoba, por ejemplo, lo va a ver, además del anuncio de que el 5 de enero en todas las concesionarias ya estará disponible el programa de compra de vehículos. Uno toma la decisión, pone los recursos, instrumenta las políticas, y después hay un montón de actores que intervienen, desde las terminales automotrices hasta las concesionarias. Hay que articular a todos estos actores, y existe un momento lógico en el que uno le dice a la sociedad "vamos a hacer esto" y un momento en que se pone en marcha.
-¿No hubo una decisión de instalar en la opinión pública la idea de que el Gobierno está haciendo algo?
-Para nada. Si hay una crítica que le hacen al Gobierno es que no es tan mediático.
-Pero en el Gobierno le dan mucha importancia a los medios...
-No, le damos la importancia que tienen para que la gente esté informada. Tratamos de que la información fluya.
-Pero son muy frecuentes las críticas de la Presidenta a los periodistas.
-Porque hay veces en que el tratamiento sobre las noticias no es del todo justo. Uno a veces ve que vale más la especulación de un pasillo que lo que uno, como jefe de Gabinete, se toma el trabajo de informarle a un periodista.
-También influye que quizá, con la excepción de algún ministro, no todos informan. La propia Presidenta dio una sola conferencia de prensa.
-Hoy [por el martes pasado] estuvimos en la sala de periodistas de la Casa de Gobierno. Tampoco hay que dar una conferencia de prensa todos los días. Cuando el tema y el momento lo ameritan, hay que hacerlo. Pero no es necesario cumplir con esta exigencia de tener que dar conferencias de prensa todos los días para hablar de todo. Para eso estamos los ministros, los secretarios. Que cada uno informe sobre su área.
-¿La renuncia de Claudio Moroni a la AFIP fue una venganza contra Alberto Fernández, su padrino político?
-No. Primero, me considero tan amigo de Moroni como Alberto. En todo caso, alguien podría tomarlo como algo en mi contra también. Claudio es un tipo muy eficiente que seguramente en algunos meses retomará su acción en el Gobierno y que ahora, por una cuestión personal, decidió alejarse de la función pública.
-¿No es sugestivo que los últimos tres desplazamientos en el Gabinete hayan sido de gente vinculada con Alberto Fernández, como Héctor Capaccioli, Romina Picolotti y ahora Moroni?
-No, eso es tratar de buscarle todo el tiempo el costado de la especulación a cada cosa. Lo de Romina fue una decisión de gestión. Lo de Héctor fue porque estaba peleado con Graciela Ocaña... En este esquema, Ocaña también es de Alberto Fernández, como Mercedes Marcó del Pont. Pero no existe un tema de Alberto sí, Alberto no...
-Son casualidades permanentes, como decía Carlos Menem...
-No quiero ponerle adjetivaciones. Claudio Moroni tenía una situación personal que le había hecho plantear alejarse un tiempo de la función pública y había que mantener en funcionamiento a la AFIP en este momento, en que empieza la moratoria fiscal más importante de la Argentina y el programa de repatriación de capitales.
-¿Y la llegada de Ricardo Echegaray no es otra muestra de la influencia de Néstor Kirchner en el Gobierno?
-Sobre una noticia hay diez, cien especulaciones... Si es más amigo de uno o del otro, si hizo la primaria con uno o con el otro. Acá, por más que algunos traten de quitarle valor al esfuerzo y al trabajo de la Presidenta, la que toma las decisiones es ella. Y Echegaray, más allá de lo puedan decir, tiene una relación de trabajo con la Presidenta, como tenemos todos.
-¿Y cuánto influye Néstor Kirchner en el Gobierno?
-Lo que él hable en la intimidad con la Presidenta. Con los ministros no tiene diálogo ni interactúa en los temas de gestión.
-¿No llama ni hace pedidos?
-No, para nada. Y por lo que hablo con el resto de los ministros, tampoco.
-¿Es sólo una sensación lo del doble comando?
-Es la misma sensación que plantearon algunos entre 2003 y 2005, con Duhalde, cuando Kirchner estaba en el Gobierno, y lo que plantearon durante mucho tiempo con Alfonsín mientras De la Rúa estaba en el poder. Cuando hay liderazgos políticos que conviven con un gobierno siempre aparecen las dudas, las especulaciones. Es natural y es parte del cotillón de la política.
-¿Y cómo calificaría entonces el papel actual de Néstor Kirchner? ¿No interfiere en la acción de gobierno?
-Tiene un rol partidario, no de gobierno. Un rol en el peronismo como lo tiene Carrió en la Coalición Cívica o lo tienen los dirigentes del radicalismo en la UCR. En mi tarea cotidiana, no interfiere.
-Y cuando dice que Cristina le reprocha el vicepresidente que él designó, ¿no debilita la figura presidencial?
-No. En todo caso, lo que termina pasando es que a ustedes les termina generando más inquietud el rol de Kirchner que los temas centrales y terminamos hablando más de las especulaciones que de las medidas de gobierno. Si usted analiza la charla que llevamos, de los últimos diez minutos, ocho fueron dedicados a ver cuál es el rol de Kirchner y uno sobre las medidas de gobierno. Eso desdibuja la tarea del Gobierno. El prestarle poca atención a los temas de gestión y mucha atención a escudriñar si Kirchner tiene o no tiene un rol.
-¿Usted será candidato a diputado?
-Es obsceno hablar hoy de candidaturas. Es una falta de respeto a la gente. A lo mejor no hay conciencia del nivel de deterioro que tiene la economía a nivel mundial y de cuán importante es que tratemos de que el impacto sea lo menor posible en la Argentina. Brasil, por ejemplo, está tomando medidas muy proteccionistas extra Mercosur para defender su industria. España tiene niveles muy serios de caída de ocupación, niveles de freno en la industria de la construcción. En Estados Unidos, el Estado le tuvo que dar a General Motors 14.700 millones de dólares para salvar la compañía, que hoy vale menos que varias empresas argentinas en la Bolsa. Por eso me da la sensación de que hablar hoy de la elección de octubre de 2009 es burlarse de las preocupaciones que tiene la gente. La gente hoy está preocupada por el sostenimiento del nivel de empleo, del poder adquisitivo, de sus salarios. Los empresarios, por tener la posibilidad de acceder a créditos o de tener el menor nivel de mochila fiscal posible. La política no es el juego de la oca en el que uno va saltando de casillero en casillero. En términos políticos, cuando uno se sienta en un lugar, lo tiene que asumir con responsabilidad.
-Pero si le va mal al Gobierno en las próximas elecciones también le va a resultar complicado...
-El esfuerzo hoy no está puesto en las elecciones. Todavía tenemos muchas heridas que cerrar en materia social. Eso tiene que ser lo central. Eso es gobernar. Hay muchos desafíos. Tenemos que consolidar la apertura de nuestros mercados. Hay que transformar a cada embajada en un oficina de negocios de las empresas argentinas. También hay que seguir en el camino del superávit fiscal y comercial, consolidar el proceso de acumulación de reservas, pero aumentando el volumen de crédito de nuestras empresas y de la gente para darle una dinámica de continuidad al crecimiento de nuestra economía. Y apostar a la obra pública, que no sólo genera empleo sino que aumenta los volúmenes de crecimiento del PBI. Además, la construcción impacta en toda la economía. A la suma de la inversión y el crecimiento del mercado de crédito le puede sacar ventaja toda la sociedad.
-¿Usted es, como dicen algunos, parte de un ala moderada del Gobierno que se enfrenta a un ala dura?
-Me considero parte de un equipo de gobierno. Si quiere lo traslado al ejemplo de un grupo de amigos que se juntan para jugar a la pelota en un barrio. No son todos amigos, todos tienen sus opiniones, pero todos forman parte de un equipo.
-¿Qué piensa de Guillermo Moreno?
- ... Que es un secretario de Comercio Interior que hace su tarea [silencio].
-Se notó que su postura respecto del proyecto de las AFJP no fue entusiasta. O, por lo menos, que se mostró más el titular de la Anses, Amado Boudou, que usted. ¿Por qué fue así?
-No estoy de acuerdo con que no fue entusiasta. Estuve seis años al frente de la Anses y, si uno quiere que los que lo suceden ocupen el lugar que tienen que ocupar, los tiene que dejar. Era importante que Boudou tuviera la capacidad de acción, de la explicación del proyecto.
-¿Pero usted estuvo de acuerdo con la reforma jubilatoria?
-Sí, si van a los archivos van a ver que desde 2002 vengo diciendo que el sistema de las AFJP en la Argentina no tenía destino. Por muchas razones, por volumen y por densidad de aportes, porque habían cambiado tres veces el aporte del 5 al 7, del 7 al 9 y del 9 al 11, y previamente del 11 al 5, porque no habían inyectado fondos en el mercado de capitales, porque no habían influido en la economía real...
-Usted había anunciado la posibilidad de elegir entre el régimen de reparto y el de capitalización. Según el archivo, usted dijo entonces: "No vamos a cometer el error de imponer un sistema como hace 10 años".
-Claro, pero en el medio no había habido una crisis que en México, por ejemplo, se comió el 92 por ciento del aporte de los trabajadores. Vayan al archivo o revisen el archivo de la OCDE respecto de los fondos de pensión de este año y se van a dar cuenta de que este año cambiaron claramente las condiciones de fondo de acumulación de ahorro. Entonces, una cosa era hace dos o tres años, y otra distinta es hoy. Hay que tener sentido práctico en eso…
-Otra ley polémica es la del blanqueo de capitales. ¿No hay riesgo de que favorezca el lavado de dinero?
-No, porque de hecho vamos a aumentar el presupuesto de la UFI (Unidad de Investigaciones Financieras) al triple. Lo coordinamos con el ministro y la Presidenta para aumentar la capacidad de control de los fondos. En un momento en el que todo es incertidumbre a nivel mundial, que alguien decida invertir en ganado en pie, en propiedades, en un montón de cosas en la Argentina puede servir para que parte del ahorro de los argentinos que está en el exterior se vuelque de manera virtuosa en la economía.
-¿Preocupa al Gobierno la apertura de una causa por enriquecimiento ilícito que involucra a Kirchner y a funcionarios como Julio de Vido, a partir de una denuncia de Elisa Carrió?
-[Silencio] No. Me parece que hay dirigentes que se dedican a construir y hay dirigentes que se dedican a destruir...
-Pero ya está en el ámbito de la Justicia. ¿Esto los preocupa?
-Es la Justicia la que actúa. Hay tres poderes: el Legislativo, el Ejecutivo y el Judicial. Si opino, van a decir que estoy imponiéndole mi pensamiento y ejerciendo presión sobre el Poder Judicial. Me parece que no vale la pena ni opinar.
-El presidente de la Sociedad Rural, Hugo Biolcati, dijo que el Gobierno provoca al campo y que va a ser inevitable el enfrentamiento. ¿Por qué no llaman a las entidades al diálogo?
-Las puertas de la Secretaría de Agricultura están permanentemente abiertas para charlar con cada uno de los sectores.
-¿Pero los convocaron?
-No se trata de hacer una convocatoria. Las puertas están abiertas todos los días. Cualquier dirigente de las cuatro entidades puede ir a ver al secretario, éste tiene instrucciones de la Presidenta de trabajar y de articular con todos los sectores vinculados con esa actividad económica. Porque el campo es muy importante para la Argentina desde el punto de vista económico y también desde el punto de vista filosófico, por lo que significa no sólo en términos de ingresos sino en la economía de cada uno de los pueblos del interior.
-Si es así, ¿por qué no los convocan y tratan de evitar el conflicto?
-Porque lo importante es la actividad, no los dirigentes. Las entidades representan a un sector y el Gobierno debe gobernar teniendo en cuenta a todos los sectores. No se trata de que un sector se imponga por sobre el otro. Con los recursos, que siempre son escasos, hay que tratar de tomar medidas para todos los sectores.
-¿Cómo es la situación de la ministra Graciela Ocaña? ¿Inestable?
-No, es una situación bárbara, de mucho trabajo.
-¿Está firme en su puesto?
-Sí...
-¿Peligra como ministra?
-Esa es una fantasía.
-¿Influye que haya tomado distancia de ciertas decisiones de Kirchner?
-No tomó distancia. Tuvo una expresión de deseos, en términos políticos, de que tenemos que tener por delante el desafío de abrir los brazos a todos los sectores...
-Lo hizo con una mirada crítica al destacar que el kirchnerismo era el que se había alejado de muchos sectores.
-No, leí la nota completa y, además, hablé con Graciela. Una cosa puede ser dicha de una manera e interpretada de dos. Ella lo dijo y yo lo comparto. Tenemos que abrirles los brazos a todos los sectores porque cuanto más plurales sean las expresiones del Gobierno, mayores son las posibilidades de expresar al conjunto de la sociedad argentina. Está bien que plantee eso. Es sano.
-Además de Ocaña, Alberto Fernández se diferenció del kirchnerismo actual y hay oficialistas de centroizquierda como Miguel Bonasso, Aníbal y Vilma Ibarra y Humberto Tumini que se alejan del Gobierno. ¿Qué le parece esta tendencia, de quienes critican que el kirchnerismo se haya recostado en el aparato tradicional del PJ, en la centroderecha?
-No soy el más indicado para opinar de eso porque algunos pueden pensar que de esa centroderecha soy la máxima expresión en el Gobierno.
-¿Se considera de centroderecha?
-No, no considero nada, pero en términos de filosofía no soy el más indicado para opinar de eso.
-¿Este Gobierno es progresista?
-Me parece que este Gobierno es práctico y resuelve las circunstancias que va afrontando de la mejor manera posible para incluir a todos los argentinos.
-Uno de los temas que más irritación causó en el "progresismo" kirchnerista fue el acuerdo con Aldo Rico en San Miguel. ¿Qué le parece?
-Me parece que con lo conocido que es Rico, si hubiese tenido una sola denuncia por violaciones a los derechos humanos lo hubiesen escrachado al otro día.
-Rico está asociado con el golpismo desde Semana Santa de 1987.
-La sociedad de San Miguel lo ha legitimado muchísimas veces con el voto y ha ido a elecciones y sacó porcentajes importantes en la provincia de Buenos Aires. Lo de Semana Santa tuvo otras características, y no vale la pena hacer revisionismo...
-¿Justifica el apoyo a Rico?
-No lo justifico ni lo dejo de justificar. Así como respeto a Fabiana Ríos, a la que votaron en Tierra del Fuego, y me siento y gestiono con ella, los peronistas de San Miguel lo votaron a Rico.
-¿No desdibuja a un gobierno que defiende los derechos humanos?
-El Gobierno no renunció a la política de derechos humanos.
-¿Es algo coyuntural?
-No, no es coyuntural. Rico es parte del partido del cual nosotros somos parte.
-¿Qué opina del regreso de Eduardo Duhalde?
-No voy a hablar nunca mal de Duhalde porque sería un ingrato. Me dio una oportunidad. Lo que creo es que todos en política vamos cumpliendo etapas, ciclos, y es muy importante que vayamos asumiendo en función de esas etapas y esos ciclos cuál es el rol que nos toca en la historia.
-De lo cual se infiere que tendría que aceptar que su ciclo está agotado.
-Eso lo infiere usted. El fue muy importante como gobernador, como vicepresidente, como intendente, como presidente. Y creo que la sociedad argentina lo que espera son nuevas generaciones de dirigentes políticos. Siempre la sociedad mira hacia adelante, no para atrás.
-¿Su suegro, Fernando Galmarini, está militando con Duhalde?
- [Se ríe] Pregúnteselo a él.
-Pero usted lo sabrá...
-No hablo de política con él para no pelearme. Hablamos de fútbol.
-¿Nunca le dio consejos?
-No, porque en general siempre estuvimos en lugares distintos. Tratamos de que no se mezcle la política en la familia.
-¿Usted militó en la Ucedé?
-De muy chiquitito. Tenía quince años. Mi hermana, que tiene tres años más que yo, me llevó a un acto y quedé enganchado con un grupo de chicos jóvenes.
-¿Qué lo atrajo?
-Era un grupo de chicos jóvenes que estaba intentando hacer política. Estuve hasta los 18 o 19 años. Luego ya empezamos a trabajar con Graciela Camaño, cuando decidió ser candidata a intendente en San Martín, en 1995. Le ahorro la siguiente pregunta [se ríe].
-Interiormente, ¿cómo se vive el pase del liberalismo al peronismo?
-En lo ideológico, en ese momento era todo muy confuso. Era 1992, 1993. Lo que pasó en el mundo fue que, más que cuestiones ideológicas generales, comenzó a haber cuestiones ideológicas por tema. Nadie discute hoy que hay que administrar con superávit fiscal, y hace 10 años era una cuestión de ideología. Nadie discute hoy que en la Argentina nunca tiene que haber violaciones de los derechos humanos. Estamos en una etapa en la que se van definiendo políticas de Estado para la Argentina y valores para la sociedad.
-Me olvidaba una pregunta fundamental: ¿habrá cambios de Gabinete?
-No sé [pone gesto de que no sabe nada y hace una larga pausa]... El Poder Ejecutivo, en la Argentina, es unipersonal y los cambios son atribuciones de la Presidenta. El jefe de Gabinete es una rueda de auxilio.
-Podemos titular que Massa no descarta cambios en el Gabinete...
-[Se ríe, mientras le habla a su vocero] ¿Viste cómo son los periodistas?
-Una más: ¿no va más a jugar los clásicos partidos de fútbol en Olivos con Kirchner y otros funcionarios?
-De vez en cuando.
-¿Lo llaman menos?
-Ese es otro mito que han instalado. El mito de que no me invitan [se ríe]. Hoy soy el jefe de Gabinete y tengo que estar encima de los temas.
-Y ahora está en el equipo de Cristina Kirchner...
-Exactamente. Soy del equipo de Cristina.

MANO A MANO

Es el más alto funcionario del Gobierno que le ha dado una entrevista a LA NACION en muchísimos meses. Quizá por eso se entiende que Sergio Massa, joven en el almanaque pero veterano en poner la cara ante los medios, haya tenido tanto cuidado en cada palabra que dijo. Se notaba que no quería equivocarse ni herir susceptibilidades.
Daba la sensación de estar entablando batallas internas de las que, por ahora, sale empatado. Pero su discurso, compacto en la defensa de medidas y de actitudes oficiales, dejó entrever que quería dar algunas señales de alineación con quien no gobierna pero al que todos temen en la Casa Rosada y las adyacencias del poder: Néstor Kirchner. Massa, conocido como una máquina de gestionar, afronta el desafío que marcará su carrera: acostumbrado a poner su sello personal, tanto en la Anses como en la intendencia de Tigre, es un jefe de Gabinete sin la influencia de Alberto Fernández, con muchísimo menos margen de acción y en el peor momento político de la pareja gobernante. En su despacho, contrariamente a lo que uno podría imaginarse, no hay ninguna fotografía de Néstor ni de Cristina Kirchner. Sí están las de sus hijos y su esposa. Y dos cuadros que le prestó el uruguayo Carlos Páez Vilaró cuando asumió en Tigre. Massa recorrió un largo camino político en muy poco tiempo, apoyado, sobre todo, en una gestión eficiente. Y, tal como se intuye, quiere seguir al lado de los Kirchner. La duda es, acaso, qué es lo que pretenden de él los propios Kirchner.

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