jueves, 7 de febrero de 2013

Política: del bipartidismo al partido único

El maleficio de las terceras fuerzas

Suplemento Enfoques, diario La Nación, 18 de septiembre de 2011

Hay maldiciones tan famosas como la de Tutankamón, la de Moctezuma, la de Sísifo, las de las gitanas o las del vudú.
Pero suele pasar inadvertida una de las peores en cuanto a sus consecuencias catastróficas, que es claramente argentina y que está vinculada con la política local: la maldición que ha sufrido desde 1983 toda aquella agrupación que se animó a desafiar el poder del peronismo y del radicalismo, y que, en el mejor de los casos, la hace pasar de alcanzar un auspicioso tercer lugar en cantidad de votos a un inevitable ocaso que despedaza estructuras partidarias, pulveriza alianzas y condena al olvido a importantes dirigentes. La más reciente víctima de esta especie de maleficio fue Elisa Carrió, que en los comicios de 2001 obtuvo 1.300.000 de votos que le alcanzaron para llegar al tercer puesto a nivel nacional y, diez años después, en las primarias, terminó sexta con 689.033 sufragios (3,22% del total).
Pero desde 1983, el año del regreso a la democracia, no habría que ser aficionado a las ciencias ocultas para descubrir que el primero al que lo persiguió el destino casi fatal fue al Partido Intransigente (PI), esa fuerza de centroizquierda liderada por el ex radical Oscar Alende, que en las elecciones nacionales en las que arrasó Raúl Alfonsín quedó tercero con el 2,33 por ciento de los votos y que en la elección legislativa de 1985 se ubicó en el mismo lugar del podio, con nada menos que 930.940 sufragios (6% del total), pero dos años después empezó a vivir una pesadilla: perdió unos 600.000 votantes, no logró ninguna banca para el Congreso y desde entonces nunca más se presentó como una fuerza electoral propia y terminó subsumido por distintas variantes del peronismo, desde Carlos Menem hasta Cristina Kirchner, que llevaron esta legendaria sigla como parte del elenco de sus acompañantes electorales.
Ejemplos de fuerzas políticas que sufrieron los efectos de esta maldición hay muchos más: desde la Ucedé, esa criatura liberal inventada por Alvaro Alsogaray y que en los comicios de 1987, de 1989 y de 1991 se ubicó en la tercera posición, con un importante caudal de votos que osciló entre 800.000 y 1.150.000, hasta Recrear para el Crecimiento, con la que Ricardo López Murphy logró secundar a Menem y Néstor Kirchner en los comicios de 2003 con 3.173.475 votos, tras lo cual virtualmente desapareció. También Acción por la República, liderada por Domingo Cavallo, que en los comicios nacionales de 1999 tocó el tercer lugar del podio con 1.937.556 sufragios y luego casi se esfumó.
Una agrupación como el Frepaso podría contabilizarse casi como otra víctima de lo mismo: su fórmula presidencial José Octavio Bordón-Carlos "Chacho" Alvarez no pudo frenar la reelección de Menem en los comicios presidenciales de 1995, pero salió segunda con el 28,37% de los votos. Y si bien en 1997 quedó cuarto, la gran revancha, gracias a la conformación de la Alianza, le llegó dos años después cuando Fernando de la Rúa llegó a la Presidencia, con más de nueve millones de votos y una tormentosa gestión que terminó sacando a la luz otras maldiciones menos curiosas y tan catastróficas como la que afecta a las terceras fuerzas políticas.
Pisos electorales
Por eso bien vale un par de preguntas malditas : 1) ¿Seguirán fracasando las alternativas al peronismo y al radicalismo? 2) ¿Hay vida por fuera del bipartidismo que caracteriza al sistema político local?
En realidad, para Edgardo Mocca, politólogo y profesor de la UBA, "el bipartidismo no existe como tal desde 2001 y, además, hablar de una estructura bipartidista es forzar demasiado los conceptos en un país donde, como sucedió en las primarias, el segundo candidato más votado quedó a 38 puntos del primero".
Aun así, advierte a Enfoques: "Podemos hablar históricamente de las pretensiones de las terceras fuerzas, pero, por ejemplo, pensar que la desaparición probable de la Coalición Cívica sea una parte del mismo fenómeno que le tocó al Frepaso es forzar mucho la historia, porque la carátula de esas expresiones, tipo Partido Intransigente, Ucedé o Frepaso, era intervenir en la distribución central de los recursos políticos al lado del PJ y de la UCR, y actualmente esa distribución entre estos dos partidos tiene un significado tendiente a la nulidad: primero porque el radicalismo está en un estado de declive muy abierto y de muy difícil pronóstico, y después, porque el peronismo hoy es un damero de fuerzas que se van reagrupando".
En coincidencia con Mocca, su colega Ana María Mustapic, profesora de la Universidad Di Tella e investigadora del Conicet, se pregunta si la idea misma de una tercera fuerza "no es una fantasía" ya que, a su juicio, "lo que no tenemos hoy es una segunda fuerza política porque existe un sistema que empezó siendo como una competencia bipartidista, pero rápidamente lo que era el voto al radicalismo se fue desgranando hacia la derecha y hacia la izquierda, sobre todo a partir de que en las elecciones de 1995 quedó en tercer lugar. Las últimas elecciones dan cuenta de que su piso electoral es bajísimo y pone en evidencia una gran diferencia entre las principales fuerzas políticas: el peronismo tiene un alto voto de pertenencia, por lo que se eligen sus candidatos por más que sean Menem o Kirchner, y el radicalismo tiene un voto más bien de tipo independiente, que pudo generar una alternativa competitiva cuando entendió que debía hacer una alianza".
El dato de que lo que está en crisis es el mismo bipartidismo que siempre creímos que era la nave insignia de la política nacional (y, a veces, un monstruo de dos cabezas) también lo toma en cuenta como punto de partida la politóloga María Matilde Ollier: "No sé si hay terceras fuerzas. Sí se podría decir que hay identificaciones políticas más bipolares que dan lugar a cuatro franjas electorales. La peronista, predominante; la radical, cada vez más débil, una de centroderecha, y otra de centroizquierda que puede votar a peronistas o a radicales, según el candidato o las alianzas que haga."
El analista político Eduardo Fidanza, de la consultora Poliarquía, cree que "el llamado tercer partido es una apreciación relativa para determinados contextos de oferta electoral, que se aplican a las dos primeras elecciones desde 1983 y directamente no se puede tipificar así a partir de la década del 90, con las escisiones y las coaliciones en el PJ y en la UCR. Ya en 2003, ¿podemos hablar de tercera fuerza? No, podemos hablar de una configuración muy fragmentada de la oferta electoral, sobre todo en lo que podríamos llamar el campo republicano, mientras se suceden una constante declinación del radicalismo y una tendencia a disidencias en el justicialismo, que pierden cuando luchan contra el liderazgo estatal peronista".
Y agrega: "Una vez, en broma, dije que la política argentina tuvo tres etapas desde 1983. La primera, de la monogamia, después la poligamia y más tarde, la orgía. Esto es un poco así. Desde la teoría antropológica y sociológica, tanto la monogamia como la poligamia tienen reglas, pero en la orgía es mucho más difícil porque es la historia de una creciente desorganización de los vínculos. Hoy sucede eso: hay muchos actores nuevos, fugaces, y no se puede distinguir un tercer partido porque sería como un amante en la monogamia. Pero cuando los que intervienen son cinco o seis, ¿donde quedó el amante?".
Para Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría, "hay un cambio importante en el sistema de partidos: hace diez años todavía estaba vigente el bipartidismo, atenuado o débil, del peronismo y el radicalismo, que no se reconstituyó en las tres elecciones presidenciales realizadas desde entonces, 2003, 2007 y las primarias". "En paralelo -añade-, los tres candidatos presidenciales afiliados al peronismo en la primera de ellas (Menem, Kirchner y Adolfo Rodríguez Saá), sumaron 63%; en la segunda (Cristina Kirchner, Roberto Lavagna y Alberto Rodríguez Saá), 71%, y en la primaria (Cristina Kirchner, Eduardo Duhalde y Alberto Rodríguez Saá), 71% nuevamente. Como contrapartida, la UCR tuvo 2,6% en 2003, no pudo presentar ningún candidato presidencial en 2007 y en las primarias sólo tuvo 12,2%."
Por eso Fraga concluye que "el ?que se vayan todos' se efectivizó en una crisis hasta ahora irreversible del sistema bipartidario, pero no en una verdadera renovación de la política". "Una suerte de panperonismo se despliega en el oficialismo y la oposición. ¿Podrá Macri ser una nueva alternativa de centroderecha y Binner otra de centroizquierda que modifiquen esta situación? Nada es imposible en política, pero por ahora no parece fácil", sostiene el analista.
¿Qué les pasó a algunas terceras fuerzas? La caída electoral de Carrió, según Mocca, responde a que "tuvo un registro de salvación nacional cuando la sociedad se veía en un estado de postración económica, política y moral, pero ese registro, si se sigue blandiendo tres, cuatro, cinco años después, va perdiendo eficacia porque nadie puede decir seriamente hoy que la Argentina es un país postrado".
Mustapic cree que el PI "fue una tercera fuerza muy pobre, que sufrió el hecho de que estaba muy concentrado el voto entre radicales y peronistas, y que mejor le fue cuando se comenzó a desgranar el radicalismo, pero como su base era de independientes, allí comenzó a declinar".
Alsogaray, que tuvo su momento de esplendor electoral, terminó cediendo terreno luego de que Menem impuso parte del ideario liberal desde su gobierno y debido a la controvertida gestión de su hija, María Julia. Algo similar le sucedió a Domingo Cavallo, para quien el éxito político sólo se sostuvo de la mano de los buenos resultados de sus planes económicos. Y López Murphy, que heredó mucho voto radical e independiente en ese milagroso tercer puesto de 2003, fue arrasado por la ola kirchnerista que estigmatizó su gestión como ministro de Educación en el gobierno de la Alianza.
La temperatura social
Aunque está claro que el Frepaso se cayó en picada tras el traumático final del gobierno delarruista, Ollier, que también militó en esa agrupación, piensa que esa experiencia puede servir: "¿Cuál es la diferencia entre lo que pasa ahora y 1995 en relación a la oposición? Que antes hubo un sector de la elite política, como fue el Frepaso, en el que Bordón y Alvarez ejercieron liderazgos que miraban mucho a la sociedad, que midieron la temperatura social, cuál era la demanda de la gente y, sobre esa base, pudieron construir y organizar una propuesta de poder".
El problema de hoy, de todas formas, como coinciden los politólogos consultados, es que, más que la tercera fuerza, lo que está faltando es una segunda fuerza que pueda competir y servir de contrapeso al avance del kirchnerismo. Y esto pone bajo la lupa el dilema del radicalismo. Mocca sostiene que ese partido "tiene un problema de liderazgo, pero como consecuencia de una crisis del lugar que ocupa en la política argentina, que es el lugar de la contradicción especular con el peronismo, donde construyó una especie de centro político de calma institucional, que nunca pudo ejercer muy bien".
Mustapic elogia el hecho de que la UCR "entendió que el único modo de generar una alternativa competitiva era con una alianza, como le sucedió en 1997, después cuando sumó a Roberto Lavagna e inclusive ahora, aun cuando se pudo haber equivocado con el tipo de alianza al que llegó con Francisco De Narváez".
Por eso, más que la ausencia de una tercera fuerza electoral, el riesgo de hoy es, quizá, la posibilidad de que, con una UCR en franco retroceso, el kirchnerismo pase la barrera del 55 por ciento de los votos y se torne incontrolable.
"Pero el contrapeso básico es el Poder Judicial -advierte Mustapic-. Se pueden tomar decisiones con las que uno está en desacuerdo, pero si soy parte de la minoría tengo que esperar a ser mayoría. Lo relevante es que esas decisiones no sean irreversibles. Es decir, que las futuras mayorías puedan cambiar esas políticas. En general, esa posibilidad está abierta. El problema es que si alguien es muy poderoso, se exceda. De ahí la importancia del Poder Judicial. Ahí están las garantías. Esta Corte Suprema tiene una reputación que no han tenido las anteriores, pero esto no habla de todos los jueces. Hay ciertos casos muy resonantes en los que uno sospecha de manejos que no corresponden a un Poder Judicial independiente".
Macri es, ante un oficialismo que crece y una oposición que no encuentra cómo sostener no ya una tercera, sino una segunda fuerza competitiva, al que los politólogos consultados imaginan con mejores posibilidades para 2015. Pero, como sostiene Mocca, "las dificultades de Macri, como les pasó a todas las constelaciones que surgieron después de 1983, pasan por el peronismo. El Rubicón que tiene que cruzar es ése. Y no es nada sencillo".
Maldiciones hay muchas. Pero en la política argentina parecen afectar, por ahora, a esos pocos supersticiosos que quieren salir indemnes del hechizo peronista.

EL FANTASMA DEL PRI ARGENTINO

Una parte de la oposición batalla para revertir en las urnas los números adversos de la reciente primaria deslizando una amenaza: que si Cristina Kirchner roza el 60% de los votos, avanzará el proyecto de reelección perpetua y el PJ se acercará al modelo del PRI mexicano, que se mantuvo 70 años en el poder, siempre asociado a la hegemonía. "El PRI corresponde a otra época en el mundo -dice Edgardo Mocca al rechazar aquel temor-. Además, la Argentina tiene una sociedad con un alto nivel de pluralismo y hasta de volatibilidad de los humores. Cristina Kirchner tiene más de 40% de intención de voto desde octubre de 2010. Con eso no se hace un PRI. Y el 50 o 55% que podría lograr en las elecciones no conforma un panorama de unicato político. Es un predominio, como el de Raúl Alfonsín o el de Perón cuando volvió al país". Tras aclarar que tiende a ser "optimista", Ollier rechaza el temor al PRI argentino al afirmar que "hay como un catastrofismo en la oposición, tanto en el mundo intelectual como en el de la política, que no conduce a ningún lado. Por ejemplo, todo esto de que la economía se derrumbaba -agrega- y la oposición se estaba preparando para hacer un ajuste por si llegaba al gobierno, resulta que ahora no es así. Ahora, entonces, si gana Cristina Kirchner no habrá catástrofe económica... La sociedad argentina tiene bastante capacidad de reacción". Para Mustapic, "el PRI era un sistema no competitivo, distinto al nuestro", por lo cual advierte que sólo se preocuparía "si comenzaran los problemas en la naturaleza competitiva de las elecciones".

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