sábado, 12 de enero de 2013

Entrevista con Danilo Astori

Danilo Astori: "El desafío de la izquierda es articular justicia con libertad"

Suplemento Enfoques, diario La Nación, 10 de abril de 2011

MONTEVIDEO. - Le molesta a un dirigente enrolado en la izquierda desde hace cuatro décadas que lo identifiquen con la derecha o que, peyorativamente, lo asocien con un concepto burgués como "estabilidad" antes que con ideas revolucionarias?
En una entrevista exclusiva con Enfoques, Danilo Astori, vicepresidente del Uruguay y una de las principales figuras del gobernante Frente Amplio, dice que no sólo no le molesta sino que termina reivindicando esa imagen que tienen de él los más duros representantes de su agrupación: "Los gobiernos tienen que dar tranquilidad, sobre todo para trabajar con visión de mediano y largo plazo, tienen que dar confianza.Y la confianza es hija de la tranquilidad".
No hace falta ser psicólogo, de todos modos, para desentrañar que un poco le molesta aquella caracterización, sobre todo cuando, en el final de la respuesta, repasa algunos exitosos resultados del modelo económico uruguayo, del que él es una suerte de padre: fue ministro de Economía del anterior gobierno del Frente Amplio, encabezado por Tabaré Vázquez, y hoy, aun desde la vicepresidencia, sigue manejando el área (el actual ministro, Fernando Lorenzo, es un hombre de su equipo).
Pero el economista y contador Danilo Angel Astori Saragosa, tal como figura en el documento de identidad, que el 23 de este mes cumplirá 71 años, casado, con cuatro hijos, es moderado hasta la médula, con una pasión por la política sólo comparable a la que siente por el jazz, y en el extenso diálogo con Enfoques no se le escapará ni una palabra que despierte intranquilidad dentro ni fuera de su partido ni de su país.
Esa virtud no impide que tenga definiciones claras y contundentes. No por nada el vicepresidente uruguayo fue uno de los fundadores del Frente Amplio, en 1971, senador nacional en varias oportunidades y, en 1989, acompañó en la fórmula presidencial del Frente Amplio al general Líber Seregni. A fines de 2008, cuando se estaba definiendo la sucesión de Tabaré Vázquez, Astori decidió convertirse en precandidato presidencial del Frente Amplio, pero terminó derrotado en las elecciones internas por Pepe Mujica, que le ofreció postularse como su vicepresidente.
Hoy, la principal oposición que tiene Mujica parece estar en las mismas filas frenteamplistas. En estos días, en las elecciones internas del Movimiento de Participación Popular (MPP), una de las fracciones del Frente Amplio, de la que forma parte Mujica, triunfó el ala más crítica de los lineamientos económicos, que reclama una profunda distribución de la riqueza y aumentar la carga impositiva de los sectores más ricos.
Ese clima de ebullición interna en el Frente Amplio, aunque se desarrolla con el medido estilo uruguayo y no el caníbal modo argentino, fue uno de los motivadores del encuentro que Mujica y Astori mantuvieron a principios de mes, en Punta del Este con empresarios de la región, para garantizarles que se iba a mantener el rumbo de la economía y que no había intenciones de poner en aprietos a los inversores y a sus negocios.
-En Punta del Este, sorprendió que un hombre de izquierda como Mujica haya hecho una defensa enfática del capitalismo.
-Simplemente, planteó: "Entiendo cómo funciona el capitalismo y no pretendo que funcione de otra manera, es así". No hizo un elogio del capitalismo sino una consideración de la realidad...
-Un ejercicio de pragmatismo...
-Hoy, esto funciona así. ¿Cómo podemos hacer para que funcione de una manera coherente con los intereses que perseguimos? El rumbo es generar igualdad de derechos y capacidades en un marco de libertad, democracia, participación y prosperidad. No es que estemos elogiando el funcionamiento del sistema. Estamos reconociendo que estamos en el sistema y que queremos que los resultados de las políticas públicas generen esa articulación entre el crecimiento y la justicia.
-Ya no se proponen cambiar el sistema...
-Estamos trabajando en él. Yo pertenezco al Frente Amplio, que no tiene un programa de cambio del sistema, pero en donde hay sectores que sí tienen un programa de avance hacia el socialismo, por ejemplo. Yo soy frenteamplista y como tal me ubico en la realidad actual y digo: cómo podemos trabajar para que esta realidad genere cada vez más los resultados que buscamos. Sin etiquetas, sin determinismos ni recetas preconcebidas, sin señalar que este camino conduce inexorablemente a objetivos a los que no quiero poner nombres porque esas experiencias no funcionaron bien en el mundo y terminaron fracasadas. Aquellas que pretendieron convertir a los seres humanos en objetos de la historia y no en sujetos de la historia no tuvieron un buen resultado. La historia la hacen los seres humanos. Y los seres humanos viven en este país hoy en una realidad con determinadas características y han elegido a un gobierno, el nuestro, que les ofreció un programa de transformaciones.
-¿El encuentro de Punta del Este también apuntó a buscar credibilidad ante las diferencias internas en el Frente Amplio? ¿A dar un mensaje de confianza, pero de advertencia de que no se iba a cambiar el rumbo?
-Se cumplía un año de este gobierno, teníamos los primeros resultados y había que comentarlos. Afortunadamente, fueron muy buenos y pudimos presentar los del campo social: tenemos los menores registros de indigencia, pobreza y desigualdad de la última década, sólo en 2010. Al mismo tiempo, como la realidad sigue cambiando, queríamos explicar que mantendríamos el rumbo, pero que ajustaríamos instrumentos. Por ejemplo, hoy en Uruguay hay presiones inflacionarias que no había hace un año y eso lo tenemos que combatir, y entonces hemos resuelto elevar la tasa de interés, ¿Eso es cambiar el rumbo? No, en absoluto. Eso es manejar los instrumentos de la política.
-Usted critica el "oportunismo tributario" de quienes exigen que se apliquen más impuestos aunque eso sea contraproducente o espante las inversiones. Esto podría sumarle muchos votos si se muda a la Argentina...
-El oportunismo tributario es aquel que lleva a aprovechar supuestas situaciones de bonanza como las que supone decir: "A esto que le va muy bien le subo los impuestos..."
-Es la tentación de todo gobierno...
-Claro, pero ¿qué pasa si esas circunstancias cambian? ¿Le bajo los impuestos? Entonces, ¿qué confianza en las reglas de juego les estoy dando a los actores si vivo cambiando las normas? Al alza cuando les va bien y a la baja cuando les va mal. Sería de un efecto distorsivo muy importante. Además, los que experimentan buenos resultados están contribuyendo más porque, obviamente, cuando los ingresos crecen tributan más. A veces, por ser más equitativos se puede comprometer el avance de la inversión y, así, comprometer las posibilidades de contribuir en el futuro.
-El ganador en las elecciones internas del MPP, Julio Marenales, histórico dirigente de los tupamaros, advirtió que "hay ajustes para hacer en la política económica"
-Es que ajustes instrumentales tiene que haber siempre. El problema es qué orientación y qué contenido tienen. No veo propuestas dramáticamente diferentes en materia tributaria, sí veo algunas que son inconvenientes. Por ejemplo, hay algunos compañeros que proponen impuestos a las exportaciones, como los que hay en la Argentina. No compartimos esa propuesta porque se originarían distorsiones importantes, no sólo en las reglas de juego sino en los efectos sobre la economía y la sociedad. Pero no son planteos radicalmente diferentes. Sí propuestas distintas.
-Pero que pueden poner en peligro este rumbo que usted y Mujica han ratificado.
-Claro, algunas pueden significar alteraciones importantes en las reglas de juego.
-Usted dijo que le parecía casi un insulto que algunos dijeran: "Astori da tranquilidad". ¿Le pesa que dentro del Frente Amplio lo asocien con ideas de derecha?
-No. Los gobiernos tienen que dar tranquilidad, sobre todo para trabajar con visión de mediano y largo plazo, tienen que dar confianza. Y la confianza es hija de la tranquilidad. Si puedo contribuir a eso me siento contento. Si dicen que doy tranquilidad me siento halagado: es lo que nos permite reducir la mortalidad infantil al menor registro de la historia, que la indigencia esté a punto de desaparecer, que la pobreza haya caído en una enorme proporción, que la desigualdad en los ingresos esté mejorando, sobre todo el año pasado, en que mejoró en un 11% la distancia entre los más ricos y los más pobres...
-Alguna vez dijo que en el pasado ustedes no valoraban bien el concepto de prosperidad, de crecimiento. ¿Qué otra cosa cambió ahora, al estar en el gobierno, respecto de aquellos años de la militancia juvenil?
-La gestión gubernamental plantea cuestiones que muchas veces, cuando no se está en el gobierno o se está en la oposición, no se visualizan. Al no observarse, no se conoce bien la realidad. Y al no conocerse bien la realidad uno está hablando de algo que no existe y, por lo tanto, proponiendo caminos inviables. La gran lección que se aprende cuando se llega al gobierno es que para transformar esa realidad hay que conocerla, y conocerla bien. Y al conocerla uno se da cuenta de que los caminos por seguir no son tan sencillos.
-Algo notable es el clima de convivencia y de tolerancia que hay en la clase política. En este último encuentro con empresarios en Punta del Este estaban presentes dos ex presidentes de signo opositor como Julio Sanguinetti y Luis Lacalle. En la Argentina los acusarían, a ustedes y a ellos, de traidores. ¿Cuál es el secreto de semejante tolerancia?
-No podemos llamarlo secreto, sino, simplemente, una convicción muy profunda y muy firme en el camino de la búsqueda del acuerdo, de la convivencia y, por supuesto, del compromiso compartido. Uruguay ha sabido definir históricamente cuestiones de Estado en muchas áreas. Una de ellas es la inserción internacional y por eso, como Uruguay estaba haciendo una presentación internacional, el país se muestra siempre unido. Mujica ha hecho una gran contribución a este camino y ha impulsado la participación de la oposición en el gobierno, que está integrando un buen número de instituciones públicas. Allí no sólo controla sino que, además, propone, cogobierna. Y se han hecho acuerdos de temas estratégicos como educación, seguridad, medio ambiente y energía entre todos los partidos políticos. Esto tiene mucho potencial. Lo hacemos no como una fórmula secreta ni mucho menos sino como algo que al país le ha dado buenos frutos. La dictadura nos sirvió mucho para aprender.
-En el Congreso ustedes tienen mayoría. ¿Cómo se hace para evitar la tentación de pensar que porque uno tiene mayoría avanza y legisla aunque no haya consenso?
-Salvo en casos excepcionales, en que se ha necesitado alguna definición urgente que la oposición no acompañó, en los temas estratégicos siempre se buscó el acuerdo, aun cediendo alguna posición. Porque valoramos mucho la participación de otros partidos en la toma de algunas decisiones importantes, le da más fuerza.
-¿Se siente parte de la nueva izquierda latinoamericana? ¿Y qué puede decir de los matices entre el estilo de Hugo Chávez y el de la izquierda moderada como la del Frente Amplio o la de la Concertación, en Chile?
-Me siento parte de la realidad uruguaya actual y de su izquierda. Sería una pretensión desmesurada sentirme parte de un colectivo internacional. Le tengo mucho miedo al intento de trasplante de realidades. En América latina se transitó por evoluciones políticas importantes que han llevado a cambiar a las sociedades, a los partidos, a los propios países, y observo con atención cada una de estas experiencias. Todas son diferentes porque nuestros países son diferentes. Hay valores superiores, sí, que la izquierda persigue en todos lados. Sobre todo, el gran desafío que es articular justicia con libertad.
-¿No le preocupa el lado oscuro del chavismo, con esa alteración de ciertas libertades, de algunas formas institucionales o incluso de la libertad de prensa?
-Deseo que Venezuela recorra, con o sin Chávez, los caminos de la libertad y de la tolerancia. Pero sería una pretensión injustificable que juzgara una realidad que no es la nuestra.
-¿Me diría lo mismo si le pregunto por la presidenta Cristina Kirchner?
-Por supuesto, y con respecto a cualquier país, ya no de la América latina sino del mundo.
-¿De qué manera condiciona hoy la relación con la Argentina el conflicto por Botnia?
-Uruguay es un pequeño país, cuyas relaciones con el exterior constituyen un factor fundamental e influyente en sus posibilidades de desarrollo. Las relaciones con sus vecinos y, más aún, con la Argentina, son estratégicas. El tema de Botnia atravesó por diversas etapas y afortunadamente hoy estamos en una positiva. La apuesta al diálogo del presidente Mujica dio sus frutos, no sólo en el caso de Botnia. Y hoy las cosas están encauzadas por un camino que satisface a los dos países, demostrando que siempre se puede mejorar por la vía de la búsqueda del acuerdo, de la tolerancia. Estamos en una etapa muy constructiva.

MANO A MANO

Sensatez y sentimientos. El título de Jane Austen podría ser la síntesis perfecta de Danilo Astori. Que puede resultar una decepción si uno, argentino al fin, cruza el río en busca de frases de alto impacto, de títulos estridentes. Pero si uno intenta adaptarse al clima de un país sereno, tolerante, casi "normal", alguien como Astori brinda la oportunidad de conocer a un político de izquierda poco común en estos pagos. Y que ha logrado que muchas de sus medidas económicas, aun las más cuestionadas por algunos frenteamplistas, hayan sido tomadas como propias por alguien como Pepe Mujica, a quien nadie podría discutirle su ideología. A Astori también cuesta discutírsela: por su condición de fundador del Frente Amplio y porque los resultados económicos, por ahora, le dan la razón. Es sencillo, lúcido, amable. Dice que ama la docencia. Y que le encanta el jazz, aunque destaca que le gusta "toda la buena música". No es fácil imaginar cómo se complementa su personalidad más estructurada con la de Mujica, que es pura dinamita. Si fueran miembros de un grupo de jazz, serían como dos solistas de estilos demasiado distintos, pero que, en el fondo, saben que no les conviene tocar separados.

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