sábado, 12 de enero de 2013

Política: contra los debates políticos

Que se terminen los debates políticos

Suplemento Enfoques, diario La Nación, 2 de julio de 2011

¡Basta de debates políticos! Terminemos, por favor, con tanto esfuerzo para lograr que tres o cuatro candidatos coincidan en un set de televisión. Y no es que no haya que intentar que los candidatos acepten discutir sus ideas y sus propuestas, objetivo loable si los hay, pero hablemos en serio: se sabe que en este tipo de encuentros casi nadie es sincero, que el resultado final pocas veces es fructífero y que rara vez se convierte en una orientación para el votante.
Nuestro país no tiene la cultura política suficiente para que los postulantes se saquen el cassette de la boca, eviten los clásicos golpes bajos y blanqueen de una vez por todas sus mejores propuestas, realizables y en sintonía con las necesidades de la gente. Y tampoco existe aquí una sanción social que permita que aquel dirigente que miente alevosamente o que no cumple alguna promesa reciba, al menos, el castigo en las urnas en algún momento de su carrera, no como hasta ahora en que reina la impunidad total en este rubro.
Los debates políticos, saludables y bienvenidos si se toman en serio, se han transformado en un ingrediente clave para el enriquecimiento de los consultores, que, encuestas de opinión en mano, capacitan a sus empleadores más en el arte de replicar y de eludir (a lo sumo, de no hacer papelones) que en el de proponer y discutir.
Hubo un tiempo en el que la política implicaba asumir riesgos, personales y colectivos, pero, además, afrontar el debate de ideas con quien fuera, siempre que existiera honestidad intelectual y vocación de que cualquier intercambio beneficiara a la gente. Hoy, todo se mide, se calcula, todo es materia de especulación. Hay candidatos de un distrito que se postulan en otro, hubo candidatos testimoniales y siempre nos acostumbramos a candidatos que nunca proponen nada y, cuando lo hacen, es sólo para demoler lo que construyó el otro.
Hoy, cualquier debate político parece una fachada que esconde una corporación política sostenida por partidos en ruinas. ¿Qué son, si no, esos pasos de comedia, o tragicomedia, protagonizados por Mauricio Macri, Daniel Filmus y Pino Solanas alrededor del debate en la señal de cable TN?
Quizá la clave de todo la haya brindado el encuentro que tuvieron el martes pasado, en el programaLe doy mi palabra, conducido por Alfredo Leuco, en el canal 26, tres de los principales candidatos a vicejefe de gobierno porteños: María Eugenia Vidal, Carlos Tomada y Jorge Selser.
Aceptaron debatir, es cierto, pero probablemente el resultado no le cambie el voto, ni mucho menos la vida, a nadie. Curiosamente, pareció más sólida Vidal, la menos experimentada de los tres, que un curtido dirigente como Tomada, que mostró tan poca convicción en expresar sus propuestas para la ciudad como en hacerle respetar la ley a Hugo Moyano desde el Ministerio de Trabajo, mientras Selser, el compañero de fórmula de Pino Solanas, demasiado apegado a sus papeles y sus furcios verbales, contagiaba sus tremendos nervios al televidente.
¿Eso querrá decir que Vidal hará una mejor gestión que sus rivales? No. A lo sumo, que estuvo mejor preparada para la discusión. Si uno fuera un extraterrestre que acabara de llegar a la Tierra y viera ese debate, concluiría que los tres tenían argumentos muy sólidos para decir exactamente lo contrario que el otro. Y terminaron aportando pocas luces a estos debates televisivos que dejan en la oscuridad a alguien decisivo: nada menos que al que vota.

No hay comentarios:

Publicar un comentario