sábado, 12 de enero de 2013

Discos: la etapa de oro de Miles Davis

Miles Davis, los cinco               grandes del buen jazz

Diario La Nación, Sección Espectáculos, 7 de marzo de 1999

El rey jazz no había muerto, pero, ¿vivía el rey jazz? Era 1964. Figuras como Miles Davis, John Coltrane y Thelonious Monk eran indiscutibles en la escena norteamericana, pero el fulminante ascenso del príncipe rock amenazaba con llevarse las preferencias del gran público, ese súbdito tan infiel como decisivo. Muchos le echaban la culpa, más allá de los atractivos de esa rítmica música de los Beatles, Elvis Presley y Chuck Berry, entre otros, a la moda del free jazz, experimental, nada melódico, intelectualizado.

"De pronto -recuerda Miles Davis en su autobiografía, publicada por Ediciones B, en 1991-, el jazz quedó obsoleto, se convirtió en la reliquia del pasado que se exhibe en la vitrina de un museo para que la examinen los estudiosos." El resultado: radios saturadas de rock, miles de discos vendidos, diarios y revistas que registraban ese fenómeno, clubes de jazz que cerraban y músicos del género que comenzaban a emigrar, sobre todo a Europa. La encrucijada estaba planteada: "Todo el mundo bailaba", como decía Miles, y le daba la espalda a las estrellas de un género que había revolucionado la música contemporánea, pero que había perdido terreno por esa combinación de propio estancamiento y del boom del rock and roll.

EL HOMBRE QUE DIO EL PASO

Y entonces, nuevamente, la nota la dio ese trompetista negro y brillante llamado Miles Davis, nacido el 26 de mayo de 1926, que había llegado a tocar, a finales de los años cuarenta, al lado de Dizzy Gillespie y de Charlie Parker. Entre mediados de los años cincuenta hasta ese fatídico 1964, Miles había logrado, sucesivamente: armar un quinteto de lujo acompañado por Coltrane, Red Gardland, Paul Chambers y Philly Joe Jones; aliarse al arreglador Gil Evans y conseguir que el jazz y una orquesta de veinte músicos no desentonaran, y grabar un disco como "Kind of Blue", con Coltrane, Cannonball Adderley y Bill Evans, una de las más preciadas joyas del género de todos los tiempos.
Y llegó 1965. Inquieto, y en la obsesiva búsqueda de un sonido propio, Miles decidió virtualmente archivar la recreación de standards y rodearse de cuatro músicos para formar lo que la historia recordará como una superbanda de jazz, que interpretaba temas propios, a mitad de camino entre la tradición y la experimentación: el saxofonista Wayne Shorter, el pianista Herbie Hancock, el contrabajista Ron Carter y el baterista Tony Williams (de apenas 17 años).
Miles recuerda en su libro: "En aquella banda yo era la inspiración, digamos que la sapiencia y el nexo de unión entre todos. Tony era el fuego, la chispa creativa; Wayne era el hombre de las ideas, el conceptualizador de una gran cantidad de ideas musicales que llevamos a la práctica, y Ron y Herbie eran el soporte".
En sólo cuatro años, entre 1965 y 1968, de esa unión quedaron registrados seis discos ("E.S.P.", "Miles Smiles", "Sorcerer", "Nefertiti", "Miles in the Sky" y "Filles de Kilimanjaro"), que hicieron historia. Los cinco primeros acaban de ser relanzados por Columbia, en versiones remasterizadas y, en algunos casos, con tracks inéditos hasta ahora y con booklets que incluyen notas y fotos distintos a los conocidos.
En todos los casos se trata de material imprescindible, de una época en la que Miles arriesgó y ganó. Y cuando lo logró, se dio el lujo de haber sido, a partir de 1969, el abanderado de la fusión entre el jazz y el rock, aquel viejo enemigo. Quienes aún no se acercaron a estos discos del período 1965-1968 podrán comprobar la dosis vanguardista de estos cinco grandes del buen jazz. Que resisten el paso del tiempo en su carácter de clásicos. 

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