sábado, 12 de enero de 2013

Jazz: el auge de las big bands

Big bands: una moda a toda orquesta

Diario La Nación, Sección Espectáculos, 9 de septiembre de 2011

"Duke Ellington toca el piano, pero su verdadero instrumento es la orquesta." Lo destacó el genial Billy Strayhorn, el verdadero otro yo de Ellington, aunque podría sintetizar perfectamente lo que siempre sucede con las big bands, esas grandes orquestas de jazz que en los Estados Unidos comenzaron con la música de Nueva Orleáns, brillaron con el swing, se perfeccionaron en formas más audaces y aún hoy siguen teniendo vigencia en todo el mundo. Y en la Argentina, con una arraigada tradición en este rubro desde los años cuarenta, quizá nunca como hoy se están poniendo de moda: existen más de 20 big bands en todo el país, que se mantienen activas; hay un club de jazz, Boris, que hizo una apuesta artística y económica importante al crear este año una orquesta estable, con muchos de los mejores músicos del momento, que se presenta todos los domingos, e incluso funcionan talleres especializados para aprender a tocar en este formato.
Daniel Camelo, un uruguayo de 37 años que estudió en el Berklee College of Music y que también pilotea otra big band, Inmigrantes, es el director de la Boris Big Band, que se propone repetir en pleno Palermo la tradición del célebre Village Vanguard de Manhattan, donde desde hace más de 40 años se presenta la Thad Jones & Mel Lewis Big Band. "Lo importante es vivir en el desafío, y una big band siempre lo es -afirma a LA NACION-. Esta idea surge del dueño de Boris, Daniel Gropper, junto con el guitarrista Alejandro Demogli, que fue finalmente quien me recomienda. Así empezamos a diseñar este show, que es una recorrida cronológica, explicativa, por la sonoridad de las big bands de los últimos ochenta años. En este viaje histórico se puede notar el cambio del estilo de los años 30 y 40 hasta llegar a Gil Evans o Maria Schneider, pasando por el swing bailable de Benny Goodman. Y confirma que la big band es una herramienta para la búsqueda de colores, de fusiones, de cosas propias del lugar de uno, sumadas a la influencia de tantas otras culturas."
Integrada por Mariano Sívori, Daniel Kovacich, Gustavo Musso, Martín Pantyrer, Richard Nant, Juan Cruz de Urquiza, Carlos Michelini, Esteban Sehinkman, Alejandro Demogli, Ezequiel "Chino" Piazza, Juan Canosa, Joaquín De Francisco, Sergio Wagner y Damián Fogiel, la Boris Big Band también innovó al sumar a compositores argentinos para interpretar sus temas. Así, pasado mañana, a las 20, estará el saxofonista Guillermo Klein y ya están agendados Fernando Lerman, Paula Shocron, Juan Raffo, Andrés Beeuwsaert y Nicolás Guerschberg, entre otros.
Pero la Boris Big Band no está sola. Hay otras que, sin el fuerte apoyo de ésta, permanecen y se sostienen gracias al respaldo del público. Sotavento, la Oscar Serrano Big Band, La Mega Big Band, Jazz Ensamble de Santa Fe, la Satch, la Artistry Big Band, la Mar del Plata Jazz Band, la Chicago Big Band, la Swami Big Band, Saxópatas, la Orquesta de Mariano Tito Jr. y hasta la Porteña Jazz Band son algunas de las tantas que siguen los pasos de Count Basie (alguien que, de paso, para un fanático como Camelo es "más heavy que cualquiera del heavy metal").
El baterista y cantante Walter Rinavera sostiene desde hace cinco años la Walter Rinavera Big Band, en un esfuerzo a pulmón y con un entusiasmo que disimula tantos problemas para reunir a los 17 músicos, conseguir lugar para ensayar y también para tocar. "Me gusta la propuesta sonora de las big bands -afirma a LA NACION-. Cuando tenés a los 17 músicos swingueando es lo mismo que cuando escuchás a la orquesta del Teatro Colón o ver jugar bien a la selección de fútbol. Se transmite una energía que contagia a la gente."
La clave de una big band pasa por la escritura de los arreglos de cada tema y su interpretación en secciones (la reunión de instrumentos emparentados, como los saxos alto, tenor y barítono). Y el desafío es tanto que hasta han aparecido talleres de big band como el que dirige el trompetista Gustavo Cortajerena, que tiene cerca de 20 alumnos que todas las semanas se juntan para aprender a tocar "en sección" y "conocer el lenguaje, que no es leer música sino cómo frasear, cómo acentuar". Y agrega: "La big band es lo más parecido a una orquesta de tango, como la de Aníbal Troilo. A los que salen de una orquesta se les nota que tocan distinto que alguien que siempre tocó solo. Lo mismo sucede en el jazz".
En un país donde cuesta tanto coincidir en un proyecto colectivo, el jazz local aporta, con el auge de las big bands, un ejemplo de convivencia, de diálogo y de complementación digno de ser imitado. Para funcionar así, a toda orquesta.

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