sábado, 12 de enero de 2013

Jazz: Auditorium Parco della Musica

El nuevo coliseo romano

Diario La Nación, Sección Espectáculos, 22 de diciembre de 2007

ROMA.- Domingo por la mañana. Hace frío, está nublado y ahora, cuando son apenas las 11, la sala Sinopoli no está lejos de llenarse. La gente se despertó temprano para llegar al Auditorium Parco della Musica de esta ciudad. Hoy, aquí, no cantará ninguna diva de la música clásica. No se presentará ninguna estrella de rock ni tampoco una figura rutilante de la TV. Mucha gente se despertó temprano un domingo frío y nublado para concurrir a un concierto de jazz (se repite por si no se cree: un concierto de jazz ).
La Parco della Musica Jazz Orchestra (PMJO), unabig band de 17 músicos de primer nivel, brinda dos conciertos por mes y ha impuesto los domingos por la mañana como su horario tradicional. Y el público la acompaña. Podría tratarse solo de un espejismo de este efervescente y contradictorio mosaico primermundista que es la sociedad italiana. Podría ser, apenas, la confirmación de que una buena propuesta artística puede superar la languidez de una fría mañana dominguera. Pero es muchísimo más que eso.
El Auditorium Parco della Musica es un verdadero coloso romano de 94.000 metros cuadrados, tres salas y un anfiteatro, que pueden albergar a 7548 espectadores en total. Tiene 700 empleados y ofrece programación cultural de la mañana a la noche, precios populares, una biblioteca, un bar, un restaurante, una librería y una disquería; allí funciona la Academia Nacional de Santa Cecilia (tradicional institución dedicada a la enseñanza y la promoción de la música clásica) y hay hasta una villa romana, descubierta durante la construcción del lugar, a la que se conservó y se integró a las instalaciones.
La idea de construirlo, originariamente, como un complejo en el que se pudiera escuchar música clásica surgió de la comuna de Roma en 1992, pero los acalorados y maratónicos debates sobre su perfil y el lugar donde debía estar ubicado fueron dignos de la Argentina. Conclusión: se inauguró diez años después.
Con un moderno y funcional diseño que lleva la firma del arquitecto Renzo Piano, el Auditorium modificó la fisonomía del barrio Parioli, tan distinguido como la Recoleta porteña pero con menos brillo y más austeridad. Y también cambió la costumbre de los romanos: inicialmente se pensaba que no iban a habituarse a trasladarse lejos del centro de la ciudad a un sitio al que llegaban pocos medios de transporte.
En los dos primeros años asistieron a sus actividades más de 4 millones de espectadores y hoy las cifras oficiales indican que en el primer semestre de este año más de 300.000 personas (un 50 por ciento más que en 2006) concurrieron a 313 actividades vinculadas con la música, el teatro, la danza, el arte, la ciencia, la filosofía y la literatura. En ese período, hubo una recaudación de un millón de euros solo en entradas y en ingresos aportados por auspiciantes del sector privado (un 26 por ciento más que el año pasado), lo que permitió un nivel de autofinanciamiento del 59%. Con estos números, el Auditorium se mantuvo en el segundo lugar entre los complejos culturales multifuncionales del mundo.
Este verdadero fenómeno cultural, asociado simultánameante con la rentabilidad, no es fácil de entender dentro de los parámetros normales con que se manejan -y se entrecruzan sin coincidir- las mismas variables en la Argentina. La gente del Auditorium tiene una explicación para ello: la creación de la Fondazione Musica per Roma, surgida en 2004 con el aporte mayoritario de la comuna romana y la contribución de empresas privadas, permitió una mejor utilización de las instalaciones y de la programación, al unir un criterio empresarial para la comercialización y el desarrollo, por ejemplo, de merchandising y ediciones propias de libros, de discos y de DVD, con una mirada estatal para controlar la gestión y lograr que no se perdiera de vista que los espectadores no solo son clientes sino, sobre todo, ciudadanos de intereses diversos y con la misma avidez por consumir propuestas culturales de todo tipo.
Roberto Catucci, musicólogo y contrabajista aficionado, es otro de los que no falta en esta fría mañana de domingo. Su caso es distinto: trabaja en el área de producción del Auditorium y es el responsable de la programación de jazz del lugar. Pero lo cierto es que también estará trabajando ese mismo día por la noche, y al día siguiente, a la mañana, al mediodía y a la noche, cuando en una de las salas se presente, a sala llena, el trío que conforman Anouar Brahem, Dave Holland y John Surman. Mantiene ese ritmo prácticamente todos los días de la semana. Lo mismo sucede con Monica Reggini, jefa del área de producción, que estuvo la semana pasada en Buenos Aires, casi sin dormir, para seleccionar espectáculos y artistas que formarán parte de la segunda edición del Festival Buenos Aires Tango en Roma, en septiembre próximo. Y Massimo Pasquini, un experimentado periodista, tiene abierta la oficina de prensa en forma permanente. Son apenas tres ejemplos de cómo se trabaja, con pasión, sin horarios y, al mismo tiempo, sin perder la sonrisa, en este complejo que es motivo de orgullo para los romanos.
Carlo Fuortes, el administrador delegado de la fundación que maneja el Auditorium, es un economista que no pierde de vista los números ni la cultura. Fue director general del Palacio de Exposiciones del Quirinale y administrador del Teatro di Roma. En su discurso se repiten palabras como "ganancia" y "rentabilidad", pero también se lo nota orgulloso del notable rendimiento cultural que presenta hoy este megacomplejo romano. "Es la demostración de que invertir en la cultura de manera estratégica puede estimular la captación de nuevos recursos y producir una mejor calidad artística", suele decir para sintetizar el eje de su gestión.

A TODA ORQUESTA

Hace seis días finalizó en la Argentina el Buenos Aires Italian Jazz Festival, una ambiciosa iniciativa organizada por la Fondazione della Musica per Roma junto con el Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (Incaa), que durante cuatro días presentó en el teatro Coliseo un compendio del mejor jazz italiano y argentino. Enrico Rava, Danilo Rea, Rosario Bonaccorso, Roberto Gatto, Gianluca Petrella, Flavio Boltro, Luciano Biondini, Javier Girotto (cordobés de nacimiento) y Gino Paoli, el patriarca de la canción popular italiana, fueron los principales artistas que mostraron en la capital porteña algunas de las razones por las cuales el jazz de la península es considerado actualmente como uno de los más potentes y creativos del mundo.
De todas formas, el símbolo de la presencia italiana en este festival fue la PMJO, sigla con la que se conoce a la Parco della Musica Jazz Orchestra, la misma que en Roma hizo de los domingos por la mañana un horario apetecible para el gran público. Dirigida por el saxofonista Maurizio Giammarco, esta formación representa en forma perfecta los objetivos que persigue la fundación que mantiene el Auditorium. Sostener una orquesta estable de jazz para difundir el género de la forma más amplia posible y, al mismo tiempo, contar con un símbolo distintivo de la ciudad que represente a la cultura romana en festivales y en escenarios de todo el mundo es dos de ellos. Haber creado, estimulado y sostenido en el ámbito del jazz , individualista por antonomasia, una formación de 17 artistas con un sello propio, que sirviera de emblema para una ciudad y también para un país, se parece a un sueño colectivo del que habría que contagiarse para dejar atrás la pesadilla de la desidia y de la indiferencia tan criollas.
La PMJO, incluso, tiene virtualmente prohibido repetirse. Con la difusión del jazz como premisa, su director y los músicos, en interacción permanente, diseñan programas distintos mes tras mes. Así, el programa con canciones propias se alterna con la recreación de "Sketches of Spain", de Miles Davis con arreglos de Gil Evans, el homenaje a Jimi Hendrix, los arreglos jazzísticos para la música de los dibujos animados, el tributo a Duke Ellington, el acompañamiento a la cantante brasileña Rosalia de Souza o el trabajo con ídolos nacionales como Mina o Lucio Dalla, además de conciertos con invitados como Martial Solal, Kenny Wheeler, Uri Caine y Maria Schneider, entre otros.
En su paso por Buenos Aires, la numerosa comitiva italiana que participó en el festival de jazz se llevó el compromiso del secretario de Cultura del gobierno porteño, Hernán Lombardi, de visitar Roma dentro de un mes para conocer el funcionamiento del Auditorium. Será una buena oportunidad para determinar cuán lejos o cuán cerca está la Argentina de reproducir un modelo exitoso de gestión cultural y de generación de hechos artísticos que entusiasmen al público, o a distintos tipos de públicos, y que sirvan para reforzar la identidad de una ciudad y, al mismo tiempo, de un país.
Mientras, los romanos se siguen trasladando al Auditorium para hacer una prolija fila, sin protestas ni colados, sin gritos ni amontonamientos, y poder comprar una entrada que les permita escuchar un concierto del Tokyo String Quartet dedicado a Mozart, Janacek y Dvorák, o un festival de gospel , o una charla con el cantante Gianni Morandi, o una obra de teatro, o una clase de poesía, de ciencia o de rock. 

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