domingo, 13 de enero de 2013

Entrevista con Jorge Altamira

Jorge Altamira: “El Gobierno le teme a una oposición de izquierda”

Suplemento Enfoques, diario La Nación, 14 de noviembre de 2010

Jorge Altamira quiere llevar adelante la revolución, pero siempre hay algo que se lo impide. O porque se avecina la lluvia (a la que califica como “un claro mensaje patotero de la burguesía”), o porque con “el sol peronista lo único que uno quiere es morfarse un choripán con vino”, o porque la mucama le escondió la plata para que no comprara whisky (“y sin whisky no me atrevo”, confiesa) o porque la artritis le trabó la cadera y así no puede subir a la tarima para decretar el estado revolucionario. Altamira Jorge, en cambio, también quiere llevar adelante la revolución, pero lo que se lo impide hasta ahora es la falta de suficientes votos o de un más amplio consenso popular.
El primero, en realidad, es @jorgealtamira , un homónimo falso del dirigente del Partido Obrero (PO) que se convirtió en uno de los fenómenos de Twitter con sus comentarios cargados de humor y de ironía. Tiene 3500 seguidores, unos dos mil más que el verdadero Altamira, que desde su cuenta @altamirajorge cuenta sus actividades y baja su línea netamente trotskista.
Claro que el universo de los internautas no siempre coincide con el mundo real. El verdadero Altamira puede tener menos repercusión twittera, pero se multiplica en estos días en la TV, las radios y los diarios por motivos verdaderamente serios: uno de los militantes de su agrupación, Mariano Ferreyra, fue asesinado en los incidentes entre una patota de la Unión Ferroviaria y un grupo de trabajadores tercerizados de la línea Roca.
Por eso Altamira, uno de los fundadores del PO, ex legislador porteño y varias veces candidato presidencial, parece casi una estrella política de moda: atiende a Enfoques en un bar de Palermo Viejo pocas horas antes de otra entrevista periodística y, en medio de la charla, acuerda con el productor de una radio que lo llame más tarde. ¿Sucedería lo mismo sin un crimen político de por medio, que suma ingredientes como dirigentes sindicales con aires de empresarios y reflejos de burócratas, funcionarios que los apoyan y barrabravas que los protegen?
Probablemente no. Aunque es cierto que su agrupación, una de las más tradicionales en la atomizada izquierda argentina, ha crecido muchísimo en los últimos años entre los cuerpos de delegados sindicales, en los centros estudiantiles universitarios y, electoralmente, en distintos distritos del país como Salta o Catamarca.
De 68 años, casado, con un hijo de 31 años y un nombre real que no es el que usa (su DNI dice que se llama José Saúl Wermus y se lo cambió para evitar persecuciones políticas por los artículos que escribía), Altamira es hijo de un activista sindical de los gráficos que, como él, simpatizaba con el peronismo hasta que el general Juan Domingo Perón no reaccionó ante el golpe militar de 1955. “Fue el único trauma político de mi vida -reconoce-, porque la disolución de la URSS la vi venir. Pero yo esperaba que Perón derrotara al golpe.”
Hace años que predica la “bancarrota capitalista” y ahora está convencido de que la crisis financiera internacional le ha dado tanta credibilidad a sus análisis que por eso el Partido Obrero crece y hasta sus artículos son publicados en diarios como La Prensa, por ejemplo.
Y cree que si el PO está en expansión se debe también a que sus dirigentes han cambiado: “Suponíamos que las denuncias nuestras debían generar una adhesión más rápida, pero entendimos que era necesario detenerse más en los problemas, atacarlos más profundamente”.
-Es difícil eludir el tema del crimen de Mariano Ferreyra para comenzar la entrevista. Un asesinato en el que, por ahora, las responsabilidades no llegan a la conducción del gremio ni al Gobierno. ¿Puede haber ocurrido todo sin que se enterara José Pedraza, el titular de la Unión Ferroviaria, o sin que ningún funcionario lo apoyara?
-No, eso sería ingenuo. Y no hay nada que lo justifique. Porque en la acción del asesinato o en la agresión a los trabajadores hay un operativo anterior en el que interviene la policía. La policía de Avellaneda, en un momento determinado, es requerida por los que reivindicaban y que les señalaban que había un grupo patotero y que estaba por producirse algo... y el jefe que estaba encargado de la Policía en ese momento retira la patota y la introduce en la comisaría de Avellaneda. Es un dato fuerte. Luego, está la emboscada que facilita la policía de Barracas.
-No hay tanta información sobre la actuación policial como sobre los barrabravas.
-Hoy parece que sí: la jueza ha comenzado a investigar las comunicaciones internas de la Policía y aparentemente habría descubierto que de un lado hay comunicaciones borradas -al menos parcialmente- y del otro, comunicaciones editadas, que no existieron, para conformar una coartada. Esto implica una sofisticación no sólo técnica sino también institucional. Después está el problema del grupo empresarial. El departamento de Recursos Humanos de Ugofe [Unidad de Gestión Operativa Ferroviaria de Emergencia] autoriza una lista de 120 personas para salir de un taller e integrar la patota. Esto es muy fuerte. Y, en tercer lugar, las empresas tercerizadas son un factor de enriquecimiento económico para el grupo que gestiona, para pagar los salarios que son inferiores, y para el Gobierno. Porque acá no es un precio de mercado el que rige el orden del ferrocarril, sino que son subsidios. Y la empresa tercerizada, que es manejada por gente de la burocracia, recibe una serie de ventajas por tener obreros en condición inferior laboral y salarial a la que tiene un obrero de la Unión Ferroviaria del Ferrocarril. Entonces, el tramado económico, social, empresarial, policial e institucional es impresionante en términos del sistema de poder, del sistema de gobierno. Esto es lo que yo le quería plantear a Cristina Kirchner cuando le pedí la audiencia.
-La sensación de algunos dirigentes opositores es que las versiones de que Néstor Kirchner intervino para intentar resolver el crimen apuntaban a querer exculpar al oficialismo de la responsabilidad política en el apoyo a Pedraza. ¿Es así?
-No, el hecho de que uno diga que quiere resolver un crimen no implica que pueda hacerlo ni que realmente lo quiera. Porque ningún gobierno, salvo que sea fascista, despótico, tiene interés político en aparecer mínimamente identificado con un asesinato que ha tenido tanta repercusión pública. Ahora, ¿puede resolverlo? ¿Se pueden deshacer de toda esta patota? ¿Se puede deshacer de la tercerización? Es todo un tema que forma parte estructural del capitalismo a nivel mundial. China es una tercerizada de los grandes monopolios internacionales europeos y norteamericanos. Entonces, ¿la tercerización no forma parte del sistema económico supuestamente “nacional y popular”? No creo que lo puedan resolver. Consciente de que no lo puedo resolver, no quiero resolverlo. No quiero pagar el costo que significa realmente una depuración democrática. Por lo tanto, no lo exculpa [a Néstor Kirchner]. Al revés, porque si él hubiera querido resolverlo... No soy psicólogo, pero si una persona sufre un golpe y ve una salida, no tiene un ataque al corazón. El ataque al corazón es porque no ve una salida. Veamos una cosa que yo nunca mencioné: la prensa nunca destacó el hecho de que el Gobierno nunca le mandó las condolencias a la familia.
-Para algunos, la definición política más contundente del Gobierno luego del crimen que puso bajo la lupa el comportamiento de un sector del sindicalismo cercano al oficialismo fue que el jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, apoyara a Hugo Moyano al destacar que “la CGT es la columna vertebral del movimiento obrero”.
-Es interesante la deformación que hace Aníbal Fernández: dijo que la CGT era la columna vertebral, pero Perón jamás dijo eso sino que el movimiento obrero era la columna vertebral. Pertenezco a un partido que cree que el movimiento obrero tiene que ser la cabeza y no la columna vertebral, es decir, no el que tiene que cargar con el peso de los que están arriba... No sólo se trata de eso: ¿cómo es posible que en un país con tantos ritos una patota de la Uocra ataque a empleados de comercio del Partido Obrero en Río Gallegos como sucedió mientras estaban velando al ex presidente? Es una profanación. Dicen que la juventud rindió su homenaje, pero el aparato no estaba muy conmovido: se trata de una patota que es un elenco estable diseñado para controlar las manifestaciones cuando se van a tratar temas de interés social.
-¿Usted es de los que creen que después de la muerte de Néstor Kircher el Gobierno va a cambiar? ¿O cree que se mantendrá igual?
-La prensa no se dio cuenta de que ya había un cambio. En primer lugar, este gobierno ha cambiado mil veces: llevaba como vicepresidente a [Julio] Cobos, hablaba de pluralismo y se quería sacar de encima al “pejotismo”, y luego se abraza con el “pejotismo” y abandona el pluralismo. Ahora quiere atraer a la juventud, pero los jóvenes del kirchnerismo son todos funcionarios. Quiere hacer con la juventud lo que hizo con los sindicatos. Uno es presidente de la Corporación Puerto Madero, el otro es presidente de Aerolíneas. La juventud no puede ser estatizada. Pero hay un cambio que ya se ve en lo económico: la suba de los bonos, el ingreso de capitales golondrina y el hecho de que el peso se mantenga relativamente estable frente al dólar mientras la inflación es del 30% confirman que no es la misma política económica. Y eso demuestra que, cualquiera sea la pretensión de independencia del Gobierno, la Argentina sigue siendo una colonia. Suena a una frase de trotskista, pero razónela un poco: no puede ser que la Reserva Federal emita 600 mil millones de dólares y por ese solo hecho cambie toda la política monetaria de la Argentina, todos los precios, todas las remuneraciones. Es decir, soy una hoja al viento. El Gobierno oscila entre la vacilación y el afán de mantener una imagen de profundización de un modelo que no existe más.
-¿Cómo imagina que será 2011 en materias económica y política?
-No tenemos que aislar la perspectiva argentina en general de la crisis mundial. La reunión del G20 es una expresión de una tensión descomunal en la economía internacional. La Argentina puede tener unas sacudidas económicas muy fuertes hasta octubre de 2011. ¿Por qué? Está viviendo un momento especulativo que, si se agota, así como ingresan capitales se pueden retirar y producir una desestabilización. Del otro lado está el tema de la reforma política, que es muy proscriptiva porque nos exige cosas exageradas. Por ejemplo, llevar a 25 mil personas a testificar y firmar ante un escribano. Son cosas locas.
-Ustedes afirman que crecen en los cuerpos de delegados, en las universidades, pero si es así quizá también tenga que ver con que los dirigentes del Partido Obrero tienen una actitud menos sectaria que antes o que, al menos, una parte de la sociedad comienza a percibirlo de esta forma.
-Sí, se percibe porque también cambiamos. No en la fidelidad a nuestros pensamientos...
-¿Y en qué cambiaron? ¿En las formas?
-Sí, pero no es un detalle menor, no es el problema comunicacional. La clave de una política socialista es ver cómo evoluciona el punto de vista, la conciencia del propio pueblo. Y probablemente, si bien siempre consideramos ese aspecto, antes suponíamos que nuestras denuncias debían generar una adhesión más rápida. Ahora, con la crisis mundial que ha habido en el movimiento obrero y en la izquierda, es necesario detenerse más en los problemas, atacarlos más profundamente.
-¿Implica que quieren diluir esa imagen de “ultrismo”, de intransigencia?
-Ese es un prejuicio. Si hay un partido que maneja los matices, es el nuestro. No hay un análisis nuestro que no contemple la totalidad del panorama, las idas y vueltas, los problemas. No me voy a formar ahora, a esta edad, en una capacidad de análisis más sutil. (Risas.)
-¿Entonces cambió la sociedad?
-La gente ve en nosotros ahora lo que nosotros creíamos que siempre habíamos expuesto. Las encrucijadas de la sociedad son más complejas que las propuestas de los partidos. Le cuento un chiste: en las discusiones en el partido, cuando una cosa sale mal, no decimos qué cosa no hemos hecho bien, sino: “¡Qué sabio es el pueblo argentino que no nos vota!” (Risas.) ¿Cuál es el metamensaje? La gente quiere en el poder a alguien que claramente va mostrando que es una alternativa a las grandes confrontaciones. La crisis capitalista ha sido muy importante porque de repente dijeron: “¿Cómo? ¿Resulta que el Partido Obrero, en un punto catastrófico, tenía razón? ¿Se pueden caer todos los bancos? ¿Se puede caer la economía mundial? Esto lo decíamos nosotros.
-Para ustedes, ¿la unidad de la izquierda sigue siendo un objetivo?
-Hay dirigentes de izquierda que se han ido con Pino Solanas, así que ya no se puede hablar de unidad. El tema principal de hoy es mostrar otro punto: es falso que el país esté ante una alternativa Kirchner-oposición de derecha. Esa es la opción de Kirchner. Y esto de que fuercen a la izquierda a no presentarse es intencional para que el electorado de izquierda no puedan manifestarse en la contienda de octubre y ellos quedarse con la extorsión: “Me votan a mí o, si no, vienen [Elisa] Carrió o [Francisco] De Narváez.
-¿Cómo se lleva con la idea de tener un homónimo en Twitter que se toma la revolución, y sobre todo a usted, en broma?
-No lo sigo, pero debería haber iniciado alguna acción para que lo sacaran. Sin embargo, decidí deslindar responsabilidades abriendo mi cuenta. ¿Qué quise hacer? Lo que siempre dije: defiendo la libertad de expresión, incluida la injuria. No quiero que ningún juez me diga dónde está la frontera entre la crítica y la injuria.
-Quizá lo ayude a mejorar su imagen...
-Me parece negativo. Tengo una gran capacidad de humor sin llegar a decir “hoy salió el sol y no voy a hacer la revolución”. No me parece una gran humorada. Estoy dejando usurpar mi nombre y políticamente he querido indicar que el Partido Obrero está a muerte por la libertad de expresión, no quiere que monopolios de ningún tipo, estatales o privados, dominen la comunicación, y empieza por su propia conducta.
-¿Y usted mantiene su idea de la revolución o, como el Altamira trucho, la va postergando con el correr de los días?
-La mantengo porque la construcción revolucionaria es multiforme. Vos hacés una acción de propaganda, desenvolvés una serie de ideas, hacés una serie de cosas y vas desarrollando una conciencia revolucionaria. Y el traspaso de poder de una clase a otra es un momento fugaz.

MANO A MANO

“¿Qué es un trotskista? Un partido. ¿Qué son dos trotskistas? Un partido y una corriente. ¿Qué son tres trotskistas? Un partido, una corriente y una escisión. ¿Qué son cuatro trotskistas? Una internacional. ¿Qué son cinco trotskistas? Un gulag. ¿Qué son seis trotskistas? No se ha dado el caso.” El chiste circula en Internet y refleja bastante el dilema de los partidarios de León Trotsky en la Argentina. Pero, aun lejos de constituirse en un fenómeno político, es cierto que el Partido Obrero ha ido creciendo en algunos sectores de nuestro país. Jorge Altamira me pareció inteligente, agudo, profundo, con un discurso más amplio y distinto del de muchos “profesionales” de la izquierda criolla. Es curioso, o no, que él y otros dirigentes del PO desfilen por tantos medios a raíz del crimen de Mariano Ferreyra, pero no en medios oficialistas. Tiene razón en que el kirchnerismo ha ubicado intencionalmente al Partido Obrero en el extremo izquierdo de su ring. Me sorprendió cuando habló de los cambios en su agrupación con cierta dosis de autocrítica. Y, sobre todo, que no aproveche más al Altamira falso para sacarse de encima su imagen de “trosko” duro y sectario. ¿Se imaginan un encuentro entre ambos? 

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